miércoles, 2 de diciembre de 2015

La señorita Pym dispone, de Josephine Tey


Quizá el mayor misterio de La señorita Pym dispone sería identificar a qué género pertenece. Porque, pese a las apariencias, sería equívoco inscribirla como novela de detectives: el crimen, que inevitablemente tiene lugar, no sucede hasta bien entrada la novela; y la investigación posterior apenas merece tal nombre. Ni sospechosos, ni pistas a seguir, ni interrogatorios. Y aunque Josephine Tey se permite un guiño final, está claro que el juego intelectual que suele proponer una novela de misterio clásico no está entre sus prioridades.

En realidad, sin necesidad de forzar mucho las interpretaciones, se podría considerar La señorita Pym dispone como un libro teológico. Ya desde su título, de reminiscencias bíblicas, Tey parece proponer un sistema de referencias en el que el habitual papel del escritor como deus ex machina se traslada a su protagonista, situada en una posición en la que puede jugar a ser dios y decidir sobre el destino de quienes la rodean. Como era de esperar, el experimento le saldrá fatal: mejor controlar las ambiciones.




Y precisamente lo mismo se podría decir de Tey: ¿cómo se atreve a impregnar una novela de entretenimiento con cuestiones tan trascendentes? O peca de banalidad o de pomposidad, se diría. Y sin embargo, es suficiente un repaso a algunas de las mejores obras del género para descubrir que, aunque seguramente no de manera tan explícita, siempre hay en ellas un poso de profundidad que excede los límites de la simple lectura como pasatiempo. La responsabilidad moral, los límites entre justicia y ley o la asunción de las consecuencias de los propios actos son temas que de tan reiterados se han convertido en marcas del género.

De hecho, La señorita Pym dispone recuerda mucho a Los secretos de Oxford, la fantástica novela que Dorothy L. Sayers escribió una década antes. Comparten el mismo ambiente (una exclusiva escuela femenina), la misma dilatación del misterio, el mismo tono entre evocador y turbio. También Tey recurre a menudo al humor y a la descripción de caracteres extravagantes para dar colorido a su historia. Y, al igual que Sayers, demuestra cómo salir airosa de una combinación tan peligrosa como la que plantea. Ella sí es un dios omnipotente en su mundo.

Editorial Hoja de Lata

Traducción de Pablo González-Nuevo

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