miércoles, 10 de julio de 2013

Doctor Arrowsmith, de Sinclair Lewis



No es de extrañar que Doctor Arrowsmith se haya convertido en un clásico de la literatura norteamericana. Más allá de sus valores puramente literarios, el protagonista de la novela de Sinclair Lewis representa un héroe típicamente americano, idealista, individualista y determinado a llevar a cabo sus propósitos sin que nada ni nadie se interponga en su camino.

De hecho, Doctor Arrowsmith recuerda mucho a otra “gran novela americana”, El manantial, de Ayn Rand. Aunque ambos autores mantuvieran convicciones ideológicas divergentes, este retrato de un personaje que se eleva por encima de convenciones sociales y que trata de imponer su individualismo ante cualquier intento de coartar su libertad trasciende cualquier presupuesto político para convertirse en un ideal de vida.



El libro de Lewis es, más que una novela-río, una novela-catarata en la que los acontecimientos se suceden sin descanso. La novela empieza casi como una historia de campus universitario, pero enseguida coge inercia y veremos a su protagonista sumergido en diferentes avatares familiares, profesionales y políticos. También habrá viajes “exóticos” y una poblada galería de personajes recurrentes que contribuyen a pintar un panorama amplio y diverso de la sociedad americana de principios del siglo XX.

Lewis no se arredra ante desafíos estructurales que pueden llevar a la dispersión. Tampoco tiene miedo a usar unos diálogos extensos y explicativos ni a usar comodines que sirvan para la identificación de sus personajes. Después de casi un siglo de su publicación, su lectura actual necesita paciencia y cierta distancia para tomarse sus disertaciones más como ejercicios literarios que como advocaciones de una determinada forma de vida.


Editorial Nórdica
Traducción de José Manuel Álvarez


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