lunes, 7 de septiembre de 2015

La espada y la palabra, de Manuel Alberca


Como dice el propio Manuel Alberca en su prólogo a este La espada y la palabra. Vida de Valle-Inclán, en un país normal habría al menos una docena de buenas biografías dedicadas a uno de sus autores más influyente, renovador y famoso. Por eso la necesidad de un libro como este es doble: por una parte, por fin disponemos de un estudio serio y concienzudo que despeja incógnitas que van desde su nacimiento (cuyo lugar y fecha siempre habían sido discutidos) hasta su entierro (pues Alberca desacredita la leyenda de que un joven anarquista se lanzó sobre su ataúd).

Y aquí está el segundo punto clave en la biografía de Alberca: su empeño en desmontar los mitos que a lo largo del tiempo se han ido acumulando sobre la figura de Valle-Inclán. Con una documentación abundante, que salva las lagunas y falsedades que el propio Valle desperdigó sobre su propia vida y que más tarde han sido ampliadas por variados personajes a través del estudio de periódicos, cartas y diversas fuentes de la época, el autor desmonta muchos de los tópicos que se habían propagado sobre Valle sin más fundamento que el adorno literario o la conveniencia más espúrea.

El primer lugar común que cede ante la investigación de Alberca es la consideración del joven Valle como un bohemio romántico. Para empezar, lo primero sería poner en duda que en algún momento existiera la bohemia española, como decía Pío Baroja, pues la bohemia se elige y en España la pobreza no era una opción, sino el destino más común. Pero es que desde su llegada a Madrid con propósito de convertirse en un literato, Valle contó no solo con la ayuda de su familia sino con un momio gubernamental que le aseguró un sueldo sin necesidad de trabajar. Así es bohemio cualquiera.

Otra cuestión muy discutida ha sido la posición política de Valle-Inclán. Por todos es sabida su tendencia tradicionalista, ejemplificada en su defensa del carlismo. Pero, como si se quisiera perdonarle esta excentricidad, se suele justificar esta postura tan rancia achacándola a un exhibicionismo puramente estético, lo que hoy se llamaría postureo. Pero Alberca demuestra que nada más lejos de la realidad, que Valle tenía realmente una ideología conservadora cercana a la ultraderecha y que con sus particulares vaivenes e incoherencias se mantuvo fiel a esta familia política durante toda su vida.




El otro gran mito derribado por Alberca en La espada y la palabra sin posibilidad de reconstrucción es el de la pobreza de Valle. Con una exhaustividad asombrosa el autor saca a relucir las ganancias anuales de Valle-Inclán para demostrar que a excepción de algunos momentos de cierto apuro, se puede decir que llevó una vida bastante desahogada, sobre todo teniendo en cuenta el contexto de miseria generalizada en el que le tocó vivir. A Valle le gustaba mucho quejarse y queda muy romántico lo del escritor paupérrimo, pero sencillamente no era verdad.

Alberca apenas hace alguna valoración crítica de la obra de Valle (y sería muy conveniente un nuevo estudio que también pusiera en duda la multitud de mistificaciones a este respecto: ¿realmente Valle era un buen escritor?) y se centra en su figura, tan compleja, contradictoria y rica. Además, Alberca tiene tiempo para dibujar la época y los ambientes en los que se movió su héroe. Desde historias de apariencia lateral (como la de Anita Delgado o el atentado contra Alfonso XIII) que sin embargo sirven para dar color, hasta el retrato de los personajes que rodeaban a Valle y que marcaron la historia de España en el primer tercio del siglo XX.

No debería ser así, pero lo cierto es que nos sorprende que un catedrático de la universidad española haya escrito un libro que, más allá de su valor como estudio biográfico, destaca por estar escrito con una soltura y una amenidad tan destacables. La espada y la palabra se lee con el interés indudable que provoca la vida de un personaje como Valle-Inclán, pero también con el placer de encontrarse con una obra tan bien escrita, con concesiones al humor y al estilo más narrativo, y en la que el poso erudito no impide su accesibilidad.


Editorial Tusquets

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