jueves, 3 de diciembre de 2015

El corazón de las tinieblas, de J.P. Ostriker y Simon Mitton


El corazón de las tinieblas es uno de esos libros que hacen sentirse al lector más inteligente. Y no solo por todas las cosas que aprende, sino porque es capaz de entender complejos conceptos sin necesidad de darse de golpes contra la pared. Pero, en realidad, la mayor parte del mérito la tienen los autores: con que el lector ponga su atención, la sencillez de las explicaciones de Jeremiah P. Ostriker y Simon Mitton hará el resto.

Está claro que la combinación no podía ser más adecuada. Ostriker es un pionero en la investigación de la materia oscura, mientras que Mitton es un experto en historia y filosofía de la ciencia, así que la experiencia conjunta de ambos, los conocimientos universales y su capacidad de divulgación, se aúnan para ofrecer un libro accesible y ameno que penetra en algunas de las cuestiones en apariencia más inextricables de la ciencia actual y sale airoso.

Para conseguir tal prodigio, los autores apenas hacen uso de unas matemáticas de secundaría conocidas por cualquier tipo de lector, además de explicar cada paso con metáforas simples y fácilmente comprensibles para los no expertos en la materia. En menos de trescientas páginas, Ostriker y Mitton realizan un compendio del estado de la cuestión que clarifica lo que se puede explicar y deja las puertas abiertas a diversas interpretaciones a lo que no se puede entender de momento.

De hecho, pese al título del libro, el estudio de la materia y energía oscuras solo ocupan aproximadamente un tercio del total del volumen. En la primera parte los autores recorren la historia de la astronomía y la astrofísica desde sus inicios hace más de dos milenios, deteniéndose en los grandes avances del saber, hasta llegar a la pronunciada aceleración del conocimiento durante el último siglo.

Tras un resumen bien estructurado y progresivo de la astrofísica de esta última centuria, Ostriker y Mitton por fin se detienen en esa masa y energía doblemente oscuras, porque además de serlo por definición, también comparten la oscuridad en el sentido de que no son en absoluto comprensibles ni tan siquiera para los estudiosos más avanzados de la actualidad. Pero, al menos, después de leer este libro, somos un poco más conscientes de todo lo que no sabemos, lo cual no es un mal punto de partida.

Editorial Pasado & Presente

Traducción de Francesc Pedrosa

miércoles, 2 de diciembre de 2015

La señorita Pym dispone, de Josephine Tey


Quizá el mayor misterio de La señorita Pym dispone sería identificar a qué género pertenece. Porque, pese a las apariencias, sería equívoco inscribirla como novela de detectives: el crimen, que inevitablemente tiene lugar, no sucede hasta bien entrada la novela; y la investigación posterior apenas merece tal nombre. Ni sospechosos, ni pistas a seguir, ni interrogatorios. Y aunque Josephine Tey se permite un guiño final, está claro que el juego intelectual que suele proponer una novela de misterio clásico no está entre sus prioridades.

En realidad, sin necesidad de forzar mucho las interpretaciones, se podría considerar La señorita Pym dispone como un libro teológico. Ya desde su título, de reminiscencias bíblicas, Tey parece proponer un sistema de referencias en el que el habitual papel del escritor como deus ex machina se traslada a su protagonista, situada en una posición en la que puede jugar a ser dios y decidir sobre el destino de quienes la rodean. Como era de esperar, el experimento le saldrá fatal: mejor controlar las ambiciones.




Y precisamente lo mismo se podría decir de Tey: ¿cómo se atreve a impregnar una novela de entretenimiento con cuestiones tan trascendentes? O peca de banalidad o de pomposidad, se diría. Y sin embargo, es suficiente un repaso a algunas de las mejores obras del género para descubrir que, aunque seguramente no de manera tan explícita, siempre hay en ellas un poso de profundidad que excede los límites de la simple lectura como pasatiempo. La responsabilidad moral, los límites entre justicia y ley o la asunción de las consecuencias de los propios actos son temas que de tan reiterados se han convertido en marcas del género.

De hecho, La señorita Pym dispone recuerda mucho a Los secretos de Oxford, la fantástica novela que Dorothy L. Sayers escribió una década antes. Comparten el mismo ambiente (una exclusiva escuela femenina), la misma dilatación del misterio, el mismo tono entre evocador y turbio. También Tey recurre a menudo al humor y a la descripción de caracteres extravagantes para dar colorido a su historia. Y, al igual que Sayers, demuestra cómo salir airosa de una combinación tan peligrosa como la que plantea. Ella sí es un dios omnipotente en su mundo.

Editorial Hoja de Lata

Traducción de Pablo González-Nuevo

martes, 1 de diciembre de 2015

No hay lugar seguro, de Tana French


El hecho de que las primeras ciento cincuenta páginas de No hay lugar seguro transcurran en la escena del crimen, mientras los investigadores buscan la menor prueba que pueda ser relevante para el caso, da muestras de la minuciosidad de Tana French, capaz poco más tarde de dedicar otras cuantas decenas de páginas a un interrogatorio sin agotar al lector; todo lo contrario, su capacidad para hacer que se mantengan todas los sentidos alertas y provocar ansiedad por conocer el siguiente paso son características de una de las mejores autoras actuales del género negro.

En esta ocasión toma el relevo de la narración Scorcher Kennedy, detective de homicidios al que conocimos en La última noche de Rose Daly, pero que ahora parece un personaje totalmente nuevo. Frente al fanfarrón y despiadado policía que se presentaba en la anterior novela, aquí Kennedy tiene la oportunidad de presentarse con todos sus matices, como un profesional íntegro y perspicaz. Al igual que en las anteriores novelas de French, el pasado se hace tan presente para los protagonistas que se mezcla con el caso actual de tal manera que no pueden permanecer indiferentes, se trata de algo personal.




Porque lo que hace a French única, más allá de su capacidad para elaborar tramas de intriga sólidas y absorbentes, es su habilidad a la hora de perfilar retratos psicológicos de una profundidad inaudita. Hay algo en sus personajes que logra que el lector se vincule a ellos con una fuerza todavía más poderosa que la que lleva a seguir sus tramas con absoluta dedicación. Sus personajes son seres reales, con sus contradicciones y sus cargas del pasado, en absoluto perfectos ni de una pieza, sino complejos y siempre envueltos en disyuntivas que habitualmente no terminan bien.

De hecho, en los libros de French saber quién ha sido, aunque no irrelevante, no es lo más trascendente. Lo que interesa a la autora y provoca la fascinación del lector, la necesidad de saberlo todo, es el porqué, el motivo que se esconde detrás de unos asesinatos brutales y en apariencia sin sentido. De ahí que uno de los puntos más interesantes de No hay lugar seguro sea cuando se produce la lucha entre el profesional que solo quiere cumplir con su cometido y el ser humano que necesita dar un paso más allá. Quizá se trate de la diferencia entre la ley y la justicia, un territorio en el que es imposible mantener el paso firme.

Editorial RBA

Traducción de Gemma Deza

viernes, 27 de noviembre de 2015

¿Cómo eres?, de Anne Enright


El argumento de ¿Cómo eres?, reducido a un apresurado resumen, podría parecer el de un melodrama anticuado o de telefilm. No sería difícil encontrar otras novelas o películas (preferiblemente irlandesas o españolas) con argumentos similares: unas gemelas separadas al nacer que sienten que les falta algo y que solo encontraran la plenitud de su existencia al reencontrarse. Incluso hay monjas de por medio.

Y, sin embargo, la novela de Anne Enright también se podría calificar, igual de apresuradamente, como un libro raro. Rarísimo. Para empezar nos encontramos con la presencia de la muerte y diversos problemas mentales como ejes de la narración. Pero no de una manera sensacionalista o morbosa, sino en ese sentido, también muy irlandés, en el que la desgracia y el humor se alternan de una manera natural. No es la ironía inglesa que oculta la incapacidad de expresar sentimientos, sino un sentido de la tragedia que se diría genético.




Se diría que Enright es una de esas autoras que parecen pensar que para qué vas a hacerlo fácil si puedes hacerlo complicado, y se las arregla para construir la novela a través de la multiplicación de puntos de vista y saltos tanto temporales como espaciales. Aunque también es cierto que tiene los recursos suficientes para evitar la confusión y marcar muy bien sus principales líneas argumentales, además de un dibujo rico y complejo de sus personajes.

Otro aspecto que incide en la rareza de la novela es la llamativa sintaxis de la autora, aunque en este caso no sabríamos si adjudicárselo a la propia Enright o a la traducción. En cualquier caso, a veces ¿Cómo eres? parece penetrar en una profundidad anímica de gran perspicacia, para después dar paso a una insoportable superficialidad. Sin dejar al lector intalarse en la comodidad, pero siempre ofreciendo una salida. Si los personajes se preguntan cómo son, la única respuesta posible es: extraordinarios. Como todos.

Editorial Poliedro

Traducción de Bianca Southwood

jueves, 26 de noviembre de 2015

Delfos, de Michael Scott


En su prólogo a Delfos, Michael Scott afirma que "la comprensión del mundo antiguo y, desde mi punto de vista, de toda la humanidad, está incompleta si no se comprende Delfos". Antes de meterse en el más complejo análisis de la segunda parte del enunciado, hay que admitir que después de leer el libro de Scott, de su afirmación inicial no hay ninguna duda: Delfos, más allá de su famoso oráculo, concentro en un pequeño y apartado lugar de Grecia la esencia de su época.

Una época que, por otro lado, se alargó desde al menos el siglo VIII a.C. hasta el siglo VI d.C., aunque extensiones plausibles hacia atrás y hacia adelante bien podrían convertir su historia en la historia de Occidente, desde el nacimiento de la civilización hasta lo que para muchos sería su destrucción, escenificada por hordas de turistas insaciables, pasando por distintas eras de esplendor y decadencia, gloria y destrucción.

Como decíamos, Delfos no solo fue la sede del más famoso y respetado oráculo de la Antigüedad, sino que también acogió la celebración de los Juegos Pitios, en su momento tan populares como los Olímpicos; y además a lo largo del tiempo se convirtió en un complejo monumental en el que se podían admirar algunos de los logros más destacados del arte clásico. Estas circunstancias hicieron de Delfos el lugar propicio para dirimir las más variadas cuestiones de lo que en aquella época era el centro del mundo.




No es de extrañar pues que se considerara Delfos como, literalmente, el ombligo del mundo. Con todo este material, Michael Scott, quien parece saberlo todo sobre el lugar y tiene una gran habilidad para transmitir sus conocimientos, compone un libro detallado y erudito que repasa todas las fases de la historia délfica con erudición y humildad, pues si bien no deja escapar ni un solo detalle que considere trascendente, es consciente de que el estado actual de conocimiento sobre Delfos no deja de ser limitado.

Por ello, Scott en todo momento deja claro que esto es lo que se sabe hasta ahora, pero que las interpretaciones podrían cambiar radicalmente con un solo hallazgo. Pero hay una idea que pervivirá a cualquier nuevo descubrimiento, lo que nos lleva de nuevo al planteamiento inicial. ¿Puede ayudar conocer la historia de Delfos a entender a la humanidad? ¿Realmente esas personas que creían con fe ciega lo que les decía una mística, supuesta portavoz de Apolo, eran como nosotros?

Sí, sin ninguna duda. Podemos burlarnos de la credulidad de los griegos, pero en la actualidad siguen existiendo los horóscopos, así que tampoco hay que pecar de soberbia. Y esto es solo una anécdota. Por mucho que se repita, no deja de ser sorprendente que los antiguos griegos lo inventaran todo, desde la Historia y la Filosofía hasta el teatro o la democracia. Pero todavía más turbador, o quizá tranquilizador, es que los hombres y mujeres contemporáneos siguen moviéndose en prácticamente los mismos parámetros mentales que estos antepasados tan peculiares. Nada nuevo bajo el sol.

Editorial Ariel

Traducción de Francisco García Lorenzana

miércoles, 25 de noviembre de 2015

Veinte años después, de Alejandro Dumas


Que si su estilo es deslavazado, que si es literatura juvenil, que si sus novelas son larguísimas, que si abusa sin pudor de las coincidencias, que si tienen poco rigor histórico... Hay muchos motivos para dejar de lado a Alejandro Dumas, pero los alicientes para volver a leerlo ganan por aplastante mayoría. Porque es cierto que Veinte años después es una novela extensa (setecientas páginas de apretada letra en esta edición), pero no lo es menos que en ella nos encontramos de todo.

Hay aventura, por supuesto, pero también intriga, melodrama, recreación histórica, y ante todo una predisposición dionisiaca por pasárselo bien. La lectura ahora de esta novela, quizá veinte años después de haber disfrutado por primera vez de Los tres mosqueteros, devuelve todo el entusiasmo adolescente que producía el descubrir un tipo de lectura libre y febril, en el que la acumulación de peripecias no abotargaba, sino que producía una continua sensación climática.

En Veinte años después, los mosqueteros se ven envueltos en intrigas palaciegas de todo tipo (y cuya comprensión no es estrictamente necesaria), en el intento de salvación de Carlos I de Inglaterra, en dos conatos de guerra civil, uno en miniatura y otro en toda su extensión, que son capaces de evitar. Y mientras llevan a cabo sus peligrosas misiones, también tendrán que enfrentarse a un enemigo demoníaco, el pérfido Mordaunt, cuya maldad está a la altura de la de su madre...




Al mantener una traducción añeja (convenientemente corregida), se redobla la sensación de vuelta a un lugar especial. Quizá fue aquí donde descubrimos por primera vez algunas palabras (como tahalí), y de la misma manera se nos transmite la impresión de regresar a al manantial de donde todo surgió, a los libros donde nació la fascinación por la literatura y que, milagrosamente, mantiene su capacidad para hechizarnos. 

Es imposible recuperar la inocencia de la lectura de descubrimiento, pero no deja de llamar la atención cómo las aventuras de los tres mosqueteros han marcado de tal forma la ficción posterior. Más allá de las obras directamente inspiradas en los personajes de Dumas, sería imposible catalogar todos los libros y películas que han surgido de esta fuente primigenia. Como mitos modernos, D'Artagnan, Athos, Porthos y Aramis se han convertido en figuras tutelares de la literatura de aventuras contemporánea.

Esto se debe sin duda a la fantasía de Dumas, capaz de crear escenas memorables en una cantidad abrumadora, y de mezclar géneros con una naturalidad sorprendente. Pero sobre todo por su creación de personajes imbatibles (en más de un sentido). La astucia de D'Artagnan, la nobleza de Athos, la bonhomía de Porthos, el refinamiento de Aramis, y sobre todo la exaltación de la amistad y del honor, elevan a estos mosqueteros, en la mejor tradición homérica, a la categoría de símbolos atemporales.

Editorial Edhasa

Traducción de editorial Lorenzana, revisada por Carlos Pujol Jaumandreu y Carlos Pujol Lagarriga

viernes, 20 de noviembre de 2015

Con lo puesto, de Alan Bennett


Con lo puesto es uno de esos libros que no solo pueden leerse del tirón, sino que también parece estar escrito de una sentada. Y no porque en él Alan Bennett no haya incluido, detrás de una aparentemente simple anécdota, una rica historia de múltiples interpretaciones, sino porque la fluidez del estilo, la armonía con la que está desarrollada la peripecia, es tan natural que se diría que surge casi sin esfuerzo.

Como pasa con todas las novelas cortas y los cuentos de de Bennett, se trata de una lectura feliz, lo que se suele calificar como "deliciosa", aunque también es cierto que detrás de su aparente ligereza y su buen humor se esconde un retrato a menudo incómodo. En Con lo puesto nos encontramos con una pareja mal avenida que ve trastocada su rutina de aburrimiento y ritos monótonos cuando un día, al volver de la ópera, se encuentran con su casa totalmente desvalijada.




Sus protagonistas se ven ante una oportunidad de partir de cero, de dar algo de color a una vidas grises y cuya única perspectiva es la extinción. Por eso, al final, solo pervivirá quién ha conseguido ver que en su existencia puede haber algo más que sumisión e hipocresía. No se trata de un alegato de Bennett en contra del conformismo, es un autor demasiado sutil para caer en el buen rollo sentimental, pero sí una historia sobre la rebelión íntima y la bondad.

A fin de cuentas, toda la literatura de Bennet trata sobre personas normales a las que un incidente de apariencia mínima les transforma la vida. Son encuentros inesperados, situaciones excepcionales, revelaciones repentinas, que de golpe y sin avisar hacen replantearse a sus protagonistas todas sus convicciones. Y, ante todo, triunfa la admirable voluntad de Bennett por hacer de la lectura un placer desprejuiciado, quizá su apuesta más arriesgada.

Editorial Anagrama

Traducción de Jaime Zulaika