miércoles, 8 de enero de 2014

La contabilidad privada de Christie Malry, de B. S. Johnson


Aunque los libros posmodernos se la suelen dar de listos y supuestamente exigen un lector atento y preparado, en realidad lo común es que sean artefactos banales dirigidos a consumidores perezosos. Tras mucho artificio y fuegos artificiales, con solo rascar un poco en la superficie, lo que se encuentra son bobos juegos autosatisfactorios sin talento ni originalidad. Así que, pese a las apariencias, La contabilidad privada de Christie Malry no debe de ser un libro posmoderno.

Para empezar, B. S. Johnson es un gran conocedor de la tradición literaria, y en La contabilidad se pueden rastrear las huellas de autores de hace más de 300 años, pero no con un ánimo plagiador, sino con la conciencia de que ya (casi) todo está escrito y que es necesaria una vuelta de tuerca más para que la literatura siga viva. Lo curioso es que si Johnson ataca la novela clásica, la moldeada en el XIX, al final parece tener que admitir su legado, aunque sea a regañadientes.




Johnson postula de manera explícita en La contabilidad que la novela moderna debe ser “divertida, brutal y corta”, y se atiene a estos principios. Divertida lo es de principio a fin, a través de la exageración, la ruptura de normas (más sociales que literarias, de hay que no se pierda en la bromita para iniciados), y a una inventiva siempre capaz de descolocar al lector. También es brutal en su frialdad, esa que provoca incomodidad por la propia flaqueza ante el humorismo más salvaje. Lo de corta puede parecer un objetivo fácil, pero ya se sabe que hace falta mucho tiempo para poder condensar. Es más sencillo escribir 100 páginas superfluas que una redonda.

Sería oportunista decir que B. S. Johnson fue un adelantado a su tiempo. En realidad, muchos autores menos talentosos de la corriente vanguardista tuvieron un enorme éxito en los años 60 y 70. Quizá tengamos que conformarnos con atribuir su escasa repercusión a la mala suerte. Y, por otra parte, alegrarnos de la enorme fortuna que hemos tenido de poder asistir a su renacer. No deberíamos desaprovecharla.

Editorial Libros del Silencio
Traducción de Marcelo Cohen


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