miércoles, 29 de enero de 2014

Pensar rápido, pensar despacio, de Daniel Kahneman


Al conocer la biografía de Daniel Kahneman llama la atención que ganara el premio Nobel de Economía... siendo psicólogo. Pero más sorprendente todavía es comenzar a leer Pensar rápido, pensar despacio, y darse cuenta de que, como él mismo confiesa, se trata de un psicodrama. Y en esta historia de pasión, lucha y contradicciones, los dos personajes protagonistas comparten cuerpo: son los dos yo.

Pero, tranquilidad, no se trata de una teoría dualista mente-cuerpo o la superstición de tener dos almas. Es simplemente un recurso de Kahneman para simplificar, para que el lector pueda comprender de manera sencilla conceptos muy complicados. Porque uno de los valores de Pensar es que es accesible para todo tipo de lector, siempre que le eche un mínimo de atención. En realidad los dos yo son el Sistema 1, de intuición rápida, que nos hace tomar decisiones de manera automática y sin ser conscientes de que lo hacemos, y el Sistema 2, un método más racional y lento que actúa (o debería actuar, e aquí la confrontación) en situaciones que exigen una mayor reflexión.


En la primera parte del libro Kahneman se centra en estos mecanismos de decisión utilizando una gran cantidad de experimentos, siempre curiosos y muchas veces sorprendentes, que demuestran lo refinada que es nuestra maquinaria para saltar obstáculos. Siempre en busca de la solución más fácil y menos costosa, estamos acostumbrados a tomar decisiones sin valorar pros y contras, lo que la mayoría del tiempo está bien, sería inviable dedicar todo el esfuerzo necesario para reposar cada paso que demos, pero que en determinados casos puede llevarnos al desastre.

Kahneman se centra después en las aplicaciones económicas de sus teorías. Para él el ser humano ciertamente no es un ser racional, y así lo demuestra con otra batería de experimentos que dejan bien claro cómo, aunque creemos ser muy lógicos y que elegimos nuestros propios caminos, en realidad estamos guiados por el azar y una mala comprensión de las probabilidades. Kahneman procura que, tras leer el libro, seamos más conscientes de nuestras limitaciones y obremos en consecuencia, pero no es muy optimista: no hay evidencia que lleve a las personas a cambiar de opinión.

Editorial Debolsillo
Traducción de Joaquín Chamorro Mielke

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