jueves, 6 de marzo de 2014

Incógnito, de David Eagleman


Cuando se combinan en una misma persona los conocimientos y el rigor de una formación científica con el talento para escribir de una manera apta para todos los públicos, el resultado siempre es apasionante. David Eagleman, que de manera poco sorprendente también ha transitado los caminos de la ficción, es capaz de ofrecer en Incógnito un libro denso, de profundas implicaciones personales y sociales, y a la vez mostrarse como un maestro de la divulgación científica.

Los primeros capítulos de Incógnito están dedicados a explicar la esencia del yo, nada menos. Para Eagleman el individuo es una suma de procesos mentales, un equipo de enemigos que trabaja en la sombra y cuya manifestación consciente es solo una pequeña parte de todo el entramado neuronal. Las personas “tiene poca capacidad para elegir o explicar sus acciones, motivaciones y creencias”, pero la solución no es sobrenatural, ni tan aterradora como pueda parecer: simplemente no somos tan libres como nos parece.



En esta primera parte Eagleman seduce al lector con un serie de juegos y paradojas que le hacen estar siempre en estado de sorpresa. Pese a tratar temas turbadores y antiintuitivos, los argumentos de Eagleman y su manera de expresarlos son tan convincentes que los posibles reparos que se tengan pronto quedan disueltos. ¿Cómo que todo se reduce a la biología, que nuestro comportamiento se debe a procesos químicos o actividad cerebral de incógnito? El determinismo asusta, pero es inútil rechazar una idea solo porque no nos guste.

De hecho, lo más interesante del libro llega en el capítulo 6. Eagleman no llega a desestimar la existencia del libre albedrío de manera radical, pero aún en el caso de que existiera, su influencia sería mínima. Eagleman plantea entonces el caso del comportamiento criminal: ¿hasta que punto es un delincuente responsable de sus actos? Un tumor puede ser la explicación de un ataque rabia homicida, pero es que en todos los casos de conducta criminal hay detrás una explicación fisiológica, solo que todavía no la conocemos. Por lo tanto, Eagleman plantea dejar aparte el tema de la culpabilidad y centrarse en la rehabilitación (o modificabilidad). No se trata de dejar sin castigo ni de hacer de la justicia un campo de la ciencia, pero si lo que se pretende es evitar la reincidencia y esquivar los errores de la intuición humana, lo mejor es confiar en el estudio neurológico. Como se suele decir, un tema para reflexionar.

Editorial Canongate
Edición en castellano de Anagrama


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