miércoles, 4 de junio de 2014

Mon journal dans la drôle de paix, de Jean Galtier-Boissière


Jean Galtier-Boissière no suele figurar junto a Renard, Gide o los hermanos Goncourt entre los más importantes diaristas de la literatura francesa, y sin embargo cualquier aficionado a la historia francesa encontrará su nombre repetidamente citado: para saber qué ocurrió durante la ocupación nazi de Francia no hay mejor fuente que sus diarios. Pero su valor testimonial no debe ocultar que Galtier-Boissière era también un extraordinario escritor: con una larga carrera como periodista y novelista, sus diarios de guerra son además de un retrato de una época un manual de estilo.

En Mon journal dans la drôle de paix (Mi diario en la paz de broma), continuación de sus escritos durante la ocupación que abarca de septiembre del 45 a septiembre del 46, Galtier-Boissière se muestra tan ácido como implacable con una sociedad que no parece haber aprendido de los errores que la llevaron a la debacle. Su mayor objetivo son los comunistas: ahora que se han convertido en los vencedores de la guerra y símbolo de la Resistencia, no quiere que se olvide el papel del Partido Comunista Francés durante los años 39-40, cuando sabotearon los esfuerzos de guerra contra Alemania para favorecer el pacto de no agresión germano-soviético.




Galtier-Boissière también incide en la ideología totalitaria que hay detrás del P.C.F. y en el peligro de su victoria electoral en un momento de inestabilidad e incertidumbre. Para él hay dos partidos de extrema derecha en Francia, el oficial y el P.C.F. Y si su máximo dirigente, Maurice Thorez, ocupa el centro de la diana en sus acusaciones, artistas como Aragon tampoco se libran de las acusaciones y chanzas de Galtier-Boissière. Para él, un hombre de izquierdas y profundamente antinazi, no hay nada más desastroso que convertir a criminales ignominiosos como Pierre Laval, el primer ministro colaboracionista, en mártires de la patria debido a la incompetencia de las nuevas instituciones.

Pero si Galtier-Boissière se centra en la convulsa situación política de la posguerra francesa, también tiene espacio para situaciones más frívolas y divertidas. No tiene empacho en contar cualquier historia sabrosa que llegue a sus oídos, chistes, cotilleos o maledicencias varias. Sin embargo, no se produce ningún choque entre grandes temas y banalidades: su estilo es siempre irónico, sagaz, impertinente. Pobres de aquellos que tuvieran como enemigo a Galtier-Boissière: no habría manera de defenderse ante su ingenio.

Editorial La Jeune Parque


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