jueves, 7 de agosto de 2014

Tres noches, de Austin Wright


No hay apuesta más arriesgada para un escritor que incluir en una novela una historia que debe fascinar a sus personajes. Con que el lector plantee la menor reticencia, todo el cimiento sobre el que se apoya la suspensión de la incredulidad se viene abajo. Pero Austin Wright tiene la audacia suficiente para doblar esta apuesta y en Tres noches incluye nada menos que una novela íntegra que debe transmitir la sensación de estar totalmente cautivo de una narración. Hace falta mucha audacia para intentarlo y mucho talento para lograrlo. Y Wright hace saltar la banca.

Animales nocturnos, la novela escrita por uno de los personajes de Tres noches, es una sobrecogedora narración de implicaciones que van mucho más allá de un convencional relato de misterio. Un simple paso en falso hace que la vida de su protagonista cambie de la noche a la mañana. Lo inimaginable, la tragedia más pura, aparecen primero como algo que no te puede pasar a ti y más tarde como una realidad imposible de asumir. Si al principio la tensión hace casi imposible apartar la lectura, más tarde la incomodidad y la turbación serán tan poderosas que la necesidad de conocer el desenlace tiente con echar una ojeada preventiva a las últimas páginas.




Uno de los reclamos publicitarios más comunes para vender una novela es eso de “no se puede dejar de leer”. Podría causar cierto rubor que sea el autor mismo quien dijera eso de su propia obra, pero en Tres noches, cuando Susan, la lectora de Animales nocturnos, lo dice, parece plenamente justificado. Hay algo en esa historia que provoca perpetua inquietud, con un terror subterráneo que cuando explota lo hace sin dejar testigos, algo relacionado con el destino y la fatalidad, la responsabilidad, la aceptación, la venganza. Grandes asuntos tratados a ritmo de thriller y sin concesiones.

Pero es que, por si esto fuera poco, Tres noches es mucho más. En cierta medida se podría considerar un libro experimental, pues pocas veces un personaje de un libro lee al mismo tiempo que el lector una novela, que va comentando y a la que aporta su propio punto de vista, lo que sumado a la propia experiencia del lector provoca una especie de mise en abyme fascinante. Cierto que por momentos la ruptura en la narración de Animales nocturnos puede impacientar al lector, pero a fin de cuentas la historia paralela enriquece la comprensión de la lectura y plantea sugerentes cuestiones. ¿Puede un lector llegar alguna vez a comprender de toda las intenciones del autor? ¿Somos capaces de cambiar el pasado a través de la literatura? ¿Puede realmente un libro cambiarnos la vida? A esta última pregunta siempre hemos respondido: un libro no, pero muchos libros sí. Y Tres noches es muchos libros en uno.

Editorial Salamandra
Traducción de Héctor Silva

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