viernes, 17 de julio de 2015

¡Melisande! ¿Qué son los sueños?, de Hillel Halkin


Puede haber muchos motivos por los que Hillel Halkin no publicó su primera novela hasta cumplir los 73 años, pero si algo queda claro al leer ¡Melisande! ¿Qué son los sueños? es que Halkin no posee precisamente una gran imaginación. Grave rémora para un autor de ficción, se dirá. Pero si hay una lección que sacar tras concluir ¡Melisande! es que con una sólida base literaria, una buena capacidad de observación y una gran habilidad técnica, la imaginación pierde relevancia.

Porque si Hoo, el narrador de la novela, parece vivir un continuo déjà vu, no ya en su rememoración biográfica, sino en el momento mismo en el que experimenta los sucesos que marcan su vida (diversas teorías sobre la reencarnación, ya sea desde la perspectiva hinduista o desde la romántica dan densidad conceptual a la novela), lo cierto es que el lector experimenta la misma sensación de estar ante algo ya conocido. Hasta los desvíos más inesperados, como la inclusión de un relato de raíz bíblica o el brillante juego de las notas recuperadas, tienen en Halkin cierto regusto de fórmula.




Ciertamente, ¡Melisande! se puede leer casi como un repaso a la literatura norteamericana del siglo XX, con huellas evidentes de Salinger, Kerouac o Cheever (curiosamente, pese a ser Halkin un convencido sionista y estudioso del judaísmo, las referencias tan típicamente literarias a las peculiaridades de los judíos no están presentes en la novela, aunque tampoco sería difícil encontrar similitudes con los personajes de Isaac Bashevis Singer o Saul Bellow). Además, en lo que ya puede ser una apreciación más discutible, me pareció que un tono muy truffautiano sobrevuela por todo el libro.

Todas estas referencias, sombras y homenajes, que sin embargo no se confunden en un popurrí, hacen que ¡Melisande! adquiera diversas lecturas: por una parte se puede disfrutar como una gran historia de amor de elaboración exquisita, y por otro lado también como un experimento estilístico de sabia depuración. La única lástima es que tan prodigiosa alquimia, por muy admirable que sea, no permite espacio para el autentico sentimiento. Y de la imaginación podemos prescindir, pero de la verdad no.

Editorial Libros del Asteroide

Traducción de Vanesa Casanova

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