martes, 3 de febrero de 2015

Lo sabré por su mirada, de Ethel Marr



-¡Pero si es Lys Hunt!

Aunque la exclamación fue más para sí misma que un grito de alarma, los otros clientes que había en la tienda recibieron claramente la información y a su vez la fueron trasmitiendo, hasta que al parecer nadie en el mercadillo fue ajeno a la presencia entre ellos de la estrella televisiva.

Como se había temido, Lys fue objeto de una demanda masiva de autógrafos y fotos, pero el barullo que se montó fue tal que, por una vez, sintió verdadero pánico de ser engullida por sus fans. Rafe, que enseguida detectó su angustia, intentó por todos los medios sacarla de allí, pero la masa de admiradores, creyéndole un listo que pretendía colarse, le apartó todavía más de ella.

Lys proclamó su agradecimiento y rogó que le dieran algo de espacio, pero la gente parecía trastornada por una necesidad de acercarse a ella. En realidad no se trataba de más de veinte o veinticinco personas, pero Lys cada vez se sentía más preocupada, y sin ver otra alternativa para salir de allí, comenzó a empujar a sus admiradores, abriéndose paso a manotazos. La sorpresa que causó esta actitud entre los peticionarios hizo que se abriera un pasillo por el que Lys salió corriendo hasta alcanzar Upper Bridge.

Ya fuera del mercadillo Lys pudo tomar aire y tranquilizarse. Pero por poco tiempo. Cuando se dio la vuelta comprobó que sus fans, tras recuperarse ellos también de la impresión de verla huir violentamente, querían continuar con la caza. En ese momento Lys vio que delante de ella se paraba un coche de caballos. La situación no podía ser más surrealista.

-Rápido, sube -le dijo un tipo con barba de una semana y una gorra cutre mientras le ofrecía una mano para ayudarla a subirse al carruaje.

Lys miró hacia atrás y vio que la gente cada vez estaba más cerca. Luego miró el coche de caballos y al hombre que le ofrecía su mano. Se encogió de hombros y se subió al carruaje.

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