lunes, 9 de febrero de 2015

Los niños se aburren los domingos, de Jean Stafford


Aunque no respete el título original (el mucho más neutro The Collected Stories of Jean Stafford) la elección de Los niños se aburren los domingos es todo un acierto (al igual que la fotografía de cubierta). Este título supone en sí mismo un excelente adelanto de lo que el lector se va a encontrar en los relatos de Jean Stafford, esa sensación pesarosa de angustia y tedio, ese mundo dominado por la insatisfacción y la tristeza.

Pero la buena literatura tiene la capacidad taumatúrgica de transformar esa existencia lánguida en una experiencia fascinante (remarcamos lo de “buena” literatura, pues hay tonelada de libros que pretenden esconder detrás de pretensiones de trascendencia lo que no es más que el truco más fácil del mundo: el existencialismo a través del aburrimiento sideral). Pero Stafford es de las genuinas, de las que sabe obrar el milagro de la transustanciación mostrando su vida sin reparos y transmitiendo una autenticidad que no se puede impostar. 




Y en la vida de Stafford se dio esa infausta mezcla de mala suerte y carácter autodestructivo que se refleja en unos cuentos que parecen empeñarse en negar la felicidad. Este fatalismo queda patente en relatos como La historia de Beatrice Trueblood, en los que una y otra vez, a despecho de las oportunidades que parezca ofrecer el destino, sus protagonistas desechan la posibilidad de llevar una vida satisfactoria. Perteneciente a la generación de Cheever (aunque su estilo conecta mejor con Henry James), Stafford también sufrió la maldición del alcoholismo y la depresión, y en su escritura se refleja esa derrota cotidiana en la que no hay atisbo de salvación.

Los personajes de Stafford (como le pasaría a ella misma) siempre se encuentran en una posición incómoda. Sus mujeres suelen moverse del oeste americano a la costa este, y aunque estas condiciones geográficas a nosotros puedan parecernos ajenas, en realidad lo comprendemos perfectamente: es el sentirse desplazada, sin poder estar a gusto en su propia piel. Siempre pendientes de la opinión de los demás, sin unas raíces en las que confiar ni un porvenir seguro, las heroínas de Stafford se encuentran a merced de un destino implacable.

Editorial Sajalín
Traducción de Ana Crespo

No hay comentarios:

Publicar un comentario