viernes, 24 de abril de 2015

Dardos de papel, de Virginia Woolf


A lo largo de su vida Virginia Woolf escribió cerca de cuatro mil cartas a destinatarios de todo tipo, entre los que se encontraban algunas de las mentes más brillantes de la cultura inglesa de principios de siglo, por lo que su correspondencia se ha convertido en una fuente de incalculable valor para conocer los entresijos de un mundo tan interesante en sus interioridades como fecundo en el campo intelectual, además de ser testimonio del talento de una de las mejores escritoras de ese periodo especialmente fértil en grandes novelistas y artistas de menor talento pero innegable encanto.

Dardos de papel es una selección de alrededor de cien cartas de este monumental archivo, y en el destaca la vertiente más personal de la autora, a la que conoceremos no tanto por los hechos más puramente biográficos, sino por su manera de relacionarse con los demás. Su estilo, más que sus palabras, son las que dan el tono de la narración. Pero gracias a la estupenda labor de contextualización de Frances Spalding el lector no especialmente conocedor de la vida de Woolf puede seguir su trayectoria con facilidad y sin perderse los detalles más sutiles.




Entre las cartas elegidas hay multitud de textos dirigidos a sus familiares, fundamentales en la estabilidad de Woolf, pero también a personas tan relevantes en la historia cultural de Inglaterra como Gerald Brenan, Dora Carrington o Lytton Strachey (y esto sin contar a personas con nombres tan inverosímiles como Saxon Sydney-Turner, que parece salido de una novela de Nancy Mitford, o de su propia familia). Siempre con elegancia, a menudo con malicia, a veces con una sinceridad terrible, Woolf construye a través de su correspondencia una parte no menor de su obra.

Aunque la traducción no es la mejor imaginable, con Dardos de papel podemos acercarnos a esta interesante y no bien conocida faceta de la obra de Woolf. Como dice la propia Spalding se trata de una introducción, pero la cuidada edición, repleta de ilustraciones de los artistas compañeros de generación de Woolf (su hermana Vanessa Bell, Duncan Grant, Roger Fry) y de fotografías de los protagonistas, nos acerca a un mundo en el que todo era posible (como que un hombre se casara con la hija de su antiguo amante), y en el que la superficialidad no lograba ocultar que el desastre (la guerra, el suicidio) esperaban a la vuelta de la esquina.

Editorial Odín
Traducción de Ana Lizón

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