Es difícil imaginar que
una historia como la de La Buena Novela pudiera transcurrir en otro
lugar que no fuera Francia. Solo allí puede ser creíble que la
inauguración de una librería que ofrece únicamente textos de la
máxima calidad tenga una repercusión extraordinaria y provoque no
ya admiración y una legión de seguidores, sino también envidias,
sabotajes e incluso intentos de asesinato.
Es un tópico hablar del
amor por los libros, de la fascinación por los autores, de primero
la lectura y luego ya si eso la vida. Pero Laurence Cossé no tienen
ningún reparo en crear un mundo en el que la literatura es el centro
del universo, y si el lector se deja llevar e interpreta la historia
como lo que es, un cuento de hadas, y no se preocupa por la
verosimilitud, sino por la emoción, tendrá cuatrocientas páginas
de placer cómplice. (Es curioso que en el libro aparezca fugazmente
y casi indisimulada la actriz Audrey Tautou, puesto que a menudo el
tono de La Buena Novela coincide con el de Amélie).
Para estructurar la
novela, Cossé opta por plantear una intriga criminal. Los primero
capítulos son rápidos e intrigantes. Pero pronto se ve que esto no
es realmente lo que le interesa. De hecho, durante una extensa parte
central se olvida por completo del asunto, y cuando lo retome al
final, se nota que no ha puesto demasiado empeño en la resolución:
la trama policíaca es solo una excusa formal que le permite una
escala cronológica.
Lo que realmente le
interesa a Cossé (y al lector), es conocer a esos personajes
dispuestos a dejarlo todo por una pasión loca: la creación de una
librería ideal. Pese a que se trata de un libro en general amable,
el lector se encuentra en no pocas ocasiones discutiendo con sus
personajes. Que si este libro debería aparecer, que si qué hace
este autor aquí, que si cómo me haces esto. Y eso es signo
inequívoco de que Cossé ha logrado lo que pretendía.
Editorial Impedimenta
Traducción
de Isabel González-Gallarza
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