Por suerte Dennis Lehane
es bastante prolífico y nos ofrece una nueva novela aproximadamente
cada dos años. Porque si ya teníamos adicción a las novelas de
Kenzie y Gennaro, ahora parece que tenemos una nueva dependencia con
la familia Coughlin. Así, Vivir de noche, su última novela, retoma
la época y algunos personajes de Cualquier otro día, pero esta vez
centrándose en Joseph, el hermano menor de los Coughlin.
Si Danny, el protagonista
de Cualquier otro día, era un héroe complejo pero determinado a
hacer el bien, en el caso de Joseph su moral es todavía más difusa.
El se cree un fuera de la ley, pero en realidad tiene que actuar como
un auténtico gánster. Cree mantenerse fiel a un código de conducta
propio, que no es el mismo que el que impone el poder político o
social (cuya corrupción lo ilegitima), pero en realidad para seguir
con vida, o tan siquiera para mantener su nivel de vida, tiene que
transigir y convertirse en lo que más odia. Caiga quien caiga.
Pero no estamos ante uno
de esos libros sobre gánsteres de buen corazón. Sobre personajes
con buen fondo que se extravían por el camino y acaban redimiéndose.
Tampoco la historia de amor central de la novela cae en el
estereotipo de los jóvenes salvajes. Lehane tiene el talento
literario y el dominio de la escritura necesarios para mantener el
pulso de la narración en una constante tensión y a la vez
enriquecer el dibujo de sus personajes gracias a su magistral uso de
los diálogos y a un prodigioso ojo para los detalles.
Quizá el único problema
de Vivir de noche sea precisamente Cualquier otro día. Son dos
libros independientes que se pueden leer por separado sin ningún
problema. Pero Cualquier otro día es una de las mejores novelas de
las últimos años, y aunque Vivir de noche mantenga un nivel que ya
quisieran para sí la mayoría de los escritores actuales de novela
negra, no tiene la misma ambición, el aliento épico de su hermana
mayor. Pero lo mejor es olvidar esta innecesaria comparación y vivir
la novela.
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