lunes, 14 de octubre de 2013

La incógnita, de Benito Pérez Galdós


Para algunos (especialmente para quienes no le han leído) Galdós es muy predecible. Historias costumbristas y melodramas con personajes que hablan antiguo. Pero acercarse a la obra de Galdós supone una sorpresa constante. Cuando creías que ya le habías calado, te salta con otra vuelta de tuerca con la que demuestra no solo que es el mejor escritor en español junto a Cervantes, sino uno de los grandes creadores de la literatura universal. 

La incógnita es una novela epistolar con un solo punto de vista. Es decir, es un solo personaje, Manolo Infante, el que escribe las cartas. Infante acaba de llegar a Madrid en calidad de diputado desde Orbajosa, y escribe al pobre Equis, que se ha tenido que quedar allí, sobre las personas a las que conoce en la corte, centrándose en su tío Carlos de Cisneros y su prima Augusta. Su estilo es salado, chispeante, repleto de detalles coloristas que entretengan a su corresponsal. 




La primera parte del libro es llamativa por su falta de trama. Infante se limita a describir a estos personajes que se va encontrando, trata de desenredar las diversas uniones que los empareja y se entretiene con lo que parece ser la incógnita del libro: el virtuosismo o hipocresía de Augusta. Es casi un relato neorrealista en el que lo importante no es lo que pasa, pues no pasa nada, sino el describir una forma de vida y unos caracteres complejos.

Pero cuando la novela ya ha sobrepasado con creces su primera mitad, sucede lo inesperado: un crimen. Entonces la incógnita pasa a ser quién ha cometido el asesinato, e Infante deviene en un protodetective que busca la resolución del caso. Al final del libro, la primera incógnita queda resuelta. Para desvelar el misterio del crimen tendremos que esperar a La realidad

Editorial Aguilar

Libros para todos  

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