viernes, 22 de noviembre de 2013

Las sombras de la mente, de Roger Penrose


Algunas de las mentes científicas más brillantes de la actualidad han dedicado sus estudios (y un buen puñado de libros) al complejo tema de la consciencia. Desde lo básico (¿es tan siquiera posible estudiar la mente... mediante la mente?) hasta sus consecuencias más trascendentales (¿hay algo en el funcionamiento de la consciencia que vaya más allá del conocimiento científico?), parece que el estudio de la mente es una de las cuestiones que están llamadas a concentrar el debate intelectual del siglo XXI.

Pinker, Damasio, Dennet, Searle... Todos han escrito libros en los que dan su propia visión del tema. El lector los lee con curiosidad, a veces superando grandes dificultades de comprensión... y normalmente acaba dando la razón al autor. El problema es que cada uno de ellos llega a conclusiones diferentes. Son tan brillantes y convincentes que siempre parecen estar en lo cierto, pero es imposible estar de acuerdo con todos ellos. Y lo más curioso es que, al final, todos estos teóricos suelen acusar a sus contrincantes de caer en la falacia del fantasma en la máquina que ninguno de ellos dice sostener.




Uno de los científicos más controvertidos en este campo es Roger Penrose. Tras el éxito de La nueve mente del emperador, escribió Las sombras de la mente, en el que desarrolló sus ideas. Si en la primera parte explica su rechazo total a la teoría computacional (el cerebro es básicamente una gran computadora) y a la Inteligencia Artificial fuerte (la idea de que en un momento más o menos próximo los robots superarán en inteligencia a los humanos), en la segunda parte del libro trata de dar una explicación matemática basada en la física cuántica para explicar el funcionamiento de la mente.

Penrose, un admirado físico matemático, posee una base científica incuestionable que le ha situado como adalid de una determinada posición, pero también como objeto de numerosas críticas. Sus libros son complicadísimos de leer (él mismo advierte de las partes que un no especialista (un no muy especialista, de hecho) puede saltarse). Y puede transmitir la sensación de que dominio de la física cuántica le ha valido para arropar una teoría difícilmente rebatible. Pero no ha sido suficiente. La disputa continúa.

Editorial Crítica
Traducción de Javier García Sanz

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