martes, 10 de marzo de 2015

En Siberia, de Colin Thubron



Por si la aspereza natural no fuera suficiente para convertir Siberia en un símbolo de paisaje hostil, el ser humano se ha ocupado a lo largo del tiempo en transformar la inmensidad siberiana en sinónimo de crueldad. Incluso antes de que se convirtiera en un gigantesco campo de concentración que la dictadura soviética pobló de reclusos sin esperanza, ya el régimen zarista había utilizada la la tierra siberiana como espacio propicio para el castigo de disidentes y criminales, de Dostoievsky a Lenin.

Pese a todo este dolor acumulado que parece supurar de su helada tierra, Colin Thubron no oculta su fascinación por Siberia, su ilusión casi infantil por descubrir lugares míticos y experimentar en primera persona lo que se siente al pisar lugares llenos de historia y de leyendas, la excitación del descubrimiento. Pero como vemos en las páginas de En Siberia, lo hace sin frivolizar, consciente del peso que el sufrimiento sigue imponiendo sobre los habitantes y supervivientes del hielo, a veces con admiración, otras con incredulidad, siempre con humanismo.



Para empezar, el viaje de Thubron es lo más espartano que se pueda imaginar, a tono con la tierra a explorar. Se mueve en trenes destartalados, autobuses que parecen no tener un destino muy claro y a veces incluso en autostop. Solo cuando las inmensas distancias lo exigen (al final de su trayecto habrá recorrido más de veintiséis mil kilómetros) utilizará el avión para desplazarse. A menudo se alojará en pensiones de mala muerte o recibirá la hospitalidad de particulares que le buscan un rincón. Unos llaveros y un par de calculadoras serán sus ineficaces presentes para ganar voluntades.

Pero no es que Thubron se presente como víctima, conoce demasiado bien la tierra que pisa para arrogarse una condición que le sobrepasa. Lo mejor de En Siberia es cuando el autor cuenta con sencillez la historia de los lugares por los que pasa y la enlaza con la actualidad, esa extraña mezcla de horror por el temible pasado totalitario y de nostalgia por tiempos que ahora parecen más benignos. En su largo viaje se encontrará con personas de todo tipo y nos las describirá con simplicidad y profundidad. Y, más allá, una colección de aventuras, de personajes legendarios, de constante lucha por la pervivencia.

Editorial Península
Traducción de José Manuel Álvarez Flórez

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