jueves, 12 de noviembre de 2015

Capturado, de Neil Cross


La ambición de todo escritor de thriller es mantener al lector pegado al libro, ansioso por pasar de página e inquieto por lo que pueda suceder a continuación. En este sentido, Capturado, con una progresión admirable, es todo un logro. Gracia a un ritmo imparable, Neil Cross logra hacer avanzar la acción en un crescendo de tensión que no deja tiempo para detenerse ni un momento a reflexionar.

Por otra parte, el argumento de Capturado no es demasiado original, de hecho recuerda mucho a la reciente película Prisioneros (posterior a la novela). Un posible enunciado argumental tampoco sería como para despertar grandes expectativas de innovación: un condenado a muerte sin nada que perder decide rendir cuentas con su pasado. Y sin embargo, Cross consigue que la falta de sorpresa juegue a su favor.




Porque lo que logra con esta historia es llevar el género a su esencia. Desprovisto de cualquier añadido superfluo, sin intentar disimular que su intención es ir al hueso, Cross firma una novela directa, a veces brutal, en la que anima al lector a dejarse llevar por la acelerada sucesión de acontecimientos sin plantearse cuestiones de verosimilitud, ni tan siquiera es importante la resolución de un enigma (aunque el autor no se priva de algún malévolo guiño).

Aunque es jugar con ventaja, hay que señalar que Cross es sobre todo conocido por sus guiones televisivos, en especial como creador de Luther. Eso hace inevitable pensar en Cautivos en términos audiovisuales. Los capítulos son muy cortos, casi como escenas, y la narración avanza a golpe de momentos culminantes seguidos de elipsis, sin desdeñar el uso de cliffhangers tan fastidiosos como efectivos. Sin posibilidad de una segunda temporada, Cautivos queda como una de esas miniseries británicas en las que todo funciona como un reloj.

Editorial Es Pop y Valdemar

Traducción de Óscar Palmer Yáñez

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