miércoles, 4 de noviembre de 2015

Hacer el bien, de Matt Sumell


Al comenzar a leer Hacer el bien podría dar la sensación de que se trata de una de esas abundantes novelas que se sitúan en la estela de El guardián entre el centeno, pero a lo bruto. Lo que pasa es que Albert, el protagonista y narrador, ya ha pasado la treintena, por lo que el pavo que se puede esperar en un adolescente se ha transformado en él en algo muy parecido a la sociopatía. Siempre rabioso, proclive a la violencia, incapaz de estar a gusto en ningún lugar, Albert se expresa a través de golpes, que también sacuden al lector.

Porque si tuviéramos que describir la novela de Matt Sumell con un solo adjetivo, sería el de "salvaje". Su estilo es tan directo, tan desesperado, tan desbocado, que la voz de Albert sale de las páginas para arrastrar al lector como un torrente ante el que se ve incapaz de protegerse. Lo que dice Albert es muy bestia, pero no podremos evitar reírnos con él, y lo que puede llegar a ser más preocupante, a conmovernos.




Sumell en ningún momento busca la empatía, no intenta justificarse ni se preocupa por algo tan cursi como quedar bien. Lo que en una novela convencional sería una historia de caída y redención, en Hacer el bien es una provocación continua, un corte de mangas punk a las normas del buen comportamiento y la buena escritura. Hay una escena ejemplar en la que Albert, después de una de sus caídas, ve a una chica y comienza a fantasear con lo que podría ser su futuro juntos. Esto es, la novela que podría haber sido y que por fortuna no es.

Como decíamos, Hacer el bien es salvajemente divertida. La locura de Albert y su expresividad provocan equivalentes estallidos de risa de esa que da remordimientos pero que es imposible de sujetar. Pero allí escondidos, luchando por no hacerse manifiestos, también hay sentimientos más nobles, propósitos de enmienda. Porque hay mucha tristeza y soledad, solo que no se ve el camino para superar la pérdida y controlar ese lado autodestructivo que puede llevar a Albert a los lugares más profundos. Hacer el bien es una novela tan especial que hay que leer hasta los agradecimientos: incluso allí nos llevaremos alguna sorpresa.

Editorial Turner

Traducción de Ismael Attrache

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