Robert Graves es ante todo conocido como el autor de Yo, Claudio, novela en la que se basó la famosa serie de televisión de la BBC. Pero además de escribir novelas históricas, Graves también fue un admirado poeta, un traductor de lenguas clásicas todavía reimpreso, un erudito especialista en temas como los mitos griegos o la religión judía... Y el autor de Adiós a todo eso, una de las mejores autobiografías inglesas del siglo XX.
Pese a estar escrita cuando Graves solo
tenía 33 años, el libro reúne tal cantidad de vivencias, y está
escrito con tal soltura, que parece obra de alguien mucho más
maduro. La primer parte, tras narrar los antecedentes familiares,
está consagrada a relatar las experiencias del joven Graves en
Charterhouse, una exclusiva escuela privada. Desde Orwell hasta
Christopher Hitchens, la descripción de las miserias vividas en
estas retrógradas instituciones se ha convertido en un clásico de
las autobiografías británicas, y la aportación de Graves se
encuentra entre las más destacadas, quizá porque logra combinar el
patetismo de la situación con su sempiterna ironía.
Porque si hay algo que llama la
atención en Adiós a todo eso, es el buen humor que su autor
mantiene a lo largo de todo el libro. La parte central y con
diferencia más extensa de Adiós, es la dedicada a la I Guerra
Mundial, una carnicería casi inverosímil para cuya descripción el
autor no se ahorra ningún detalle.
Sin embargo, su visión siempre
mantiene cierta distancia, una mirada compasiva, pero también
relativista. Es complejo entender que alguien como Graves, pacifista
convencido, consciente de lo absurdo de la guerra y asqueado por el
comportamiento de sus superiores y la cotidiana muerte de sus amigos,
a la vez sienta orgullo de su papel como militar y en cada momento
anteponga su servicio a la nación por delante de sus creencias
personales. Hay que haber vivido esa situación, nos viene a decir,
para poder comprenderlo.
La última parte del libro está
dedicada a su retirada vida en el campo (no tan idílica como pudiera
parecer); sus estudios en Oxford, donde conoció a algunos de los
personajes más relevantes de la época, en especial a T.E. Lawrence;
y su hilarante estancia en una universidad egipcia. Más tarde,
Graves se instalará en Mallorca y permanecerá allí casi
ininterrumpidamente hasta su muerte. Ya ha dicho Adiós a todo esto,
es decir, a Inglaterra.
El Aleph Editores
Traducción de Sergio Pitol
El Aleph Editores
Traducción de Sergio Pitol
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