Se suele considerar la
novela corta o nouvelle como un formato intermedio entre la novela,
más ambiciosa y capaz de aglutinar todo tipo de recursos, y el
cuento, más limitado y preciso. Sin embargo, dejando aparte
cuestiones de extensión, la novela corta alcanzó a finales del
siglo XIX y principios del XX una entidad propia y característica.
Ethan Frome es una obra maestra que ejemplifica por sí mismo lo que
puede dar de sí este formato.
Si se habla de Edith Wharton, enseguida surgirán dos ideas comunes: La edad de la
inocencia y “la discípula de Henry James”. Pero Wharton, además
de contar en su bagaje con atributos tan curiosos como ser una de las
pioneras del diseño de interiores, fue una de las grandes escritoras
americanas de su época (así, sin tutelas) y en su carrera escribió
mucho más que La edad de la inocencia.
En Ethan Frome eligió un
espacio muy cercano a ella misma, Nueva Inglaterra; unos personajes a
los que conocía de primera mano, no tanto por su clase social (aquí
gente del campo), como por su comportamiento moral; y un estilo
inconfundible en el que el manejo del punto de vista y la
dosificación en el suministro de información son utilizados con una
maestría ejemplar.
La historia de la nouvelle
puede parecer tópica: un hombre casado con la mujer equivocada que
entabla una nueva relación imposible avocada a la tragedia. Pero
Wharton sabe narrar esta anécdota de una manera sutil. Cada detalle
cuenta, cada giro logra sorprender, cada nuevo personaje aporta una
nueva capa de conocimiento. Ethan Frome puede ser una novela corta,
pero desde luego no es un libro pequeño.
Editorial
Alba
Traducción
de Ángela Pérez
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