Que la gran popularidad de
Caída y auge de Reginald Perrin se debe sobre todo a la serie que
produjo la BBC en los años 70 queda de manifiesto por dos curiosos
hechos: que el título original de la novela era La muerte de
Reginald Perrin, pero debido al éxito de su adaptación, en
sucesivas ediciones cambió de título; y que las continuaciones de
la saga vinieron como adaptaciones literarias de las siguientes
temporadas de la serie, y no al contrario, como suele ser habitual.
Y lo cierto es que la
novela de David Nobbs ya lo tenía todo para ser fácilmente llevada
a la televisión. Su personaje principal, Reggie, es un ejecutivo de
mediana edad que llega a ese momento de incertidumbre en el que, sin
ningún motivo en particular, todo pierde sentido. Pero en lugar de
resignarse, decide cambiar por completo de vida. Y así tenemos
planteado un carrusel de situaciones grotescas en las que pondrá a
prueba su ingenio.
La primera parte de Caída
y auge recuerda a la posterior Wilt, del recientemente fallecido Tom
Sharpe. Un plan en apariencia alocado durante cuya ejecución el
aturdido protagonista tendrá que evitar todo tipo de obstáculos y
hacer frente a una galería de personajes cuya variedad solo tiene
una cosa en común: la excentricidad. En la segunda parte Nobbs se
acerca más al Wakefield de Hawthorne: cuando parecía imposible, la
trama se vuelve todavía más inverosímil. Tanto como por saber de
qué manera Reggie va a salir del embrollo, el lector puede
preguntarse cómo Nobbs resolverá el puzzle que ha ido organizando.
Y lo hará sorprendiendo hasta el final.
Otro punto que facilitó
su adaptación televisiva es que la novela se construye básicamente
a través de diálogos. Unos diálogos frescos y directos, con una
gran cantidad de coloquialismos y marcas características de cada
personajes, muy bien adaptados por Julia Osuna Aguilar. La elaborada
trama y la vivacidad de los diálogos consiguen que el libro se lea
con un continuado placer y que contagie buen humor.
Editorial
Impedimenta
Traducción
de Julia Osuna Aguilar
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