lunes, 22 de septiembre de 2014

El padre, de Edward St. Aubyn


Hay algunos misterios editoriales que no tienen explicación racional. Ni tan siquiera había que estar muy atento a la literatura inglesa contemporánea para saber que las novelas de Melrose escritas por Edward St. Aubyn son consideradas como una de las grandes creaciones literarias de nuestro tiempo, valoradas tanto por selectos escritores como por un gran número de lectores, y sin embargo en España hemos tenido que esperar 20 años a que sean traducidas. En cualquier caso, bienvenidas sean, porque la expectación estaba justificada.

En El padre se reúnen las tres primeras novelas de la serie de Patrick Melrose, y leer los tres volúmenes de manera conjunta es una experiencia de esas que si se midieran con una encefalograma daría como resultado una actividad neuronal agotadora que pasa por todos los estados. De hecho, lo más llamativo de St. Aubyn es que logra mezclar con total naturalidad el humor más superficial con las situaciones más siniestras. Se trata de ese tipo de libros en los que no sabes si reír o llorar, y cuando lo haces, no sabes por qué.




En Da igual conocemos a los personajes del drama, y aquí el contraste se produce entre ese idílico château del sur de Francia y los monstruos que pululan por allí, empezando por el padre, ese sádico, retorcido y cruel personaje que personifica la maldad en su estado más puro. Y sin embargo, también hay mucho humor, extraído sobre todo de unos personajes peculiares, detestables en su mayoría, algunos dignos de conmiseración, como el hijo, Patrick, que sufrirá las peores experiencias sin poder defenderse.

En Malas noticias Patrick ha crecido y se ha convertido en un yonqui nihilista. La historia se transforma en una especie de Trainspotting de clase alta, en la que St. Aubyn no se ahorra ningún detalle desagradable, ninguna oportunidad de resultar repugnante. No hay embellecimiento ni épica de las drogas, pero tampoco moralismo, ni intento de justificar. Es un viaje al final de la noche en el que, una vez más, el humor sirve como contraste de lo más chocante. En una escena que no podía ser más asquerosa, de repente surge la brillantez del ingenio y el lector se queda sin defensas.

Alguna esperanza es la más superficial de las tres novelas, y sin embargo puede que también la más profunda. Sin duda su tema central es el perdón, la capacidad para superar un pasado traumático e intentar comprender aquello que va más allá de la razón. Y estos temas tan complejos tienen lugar en un ambiente muy reconocible, con aromas de Waugh, Mitford y, sobre todo, Anthony Powell. De hecho, toda la serie de Melrose tiene fuertes concomitancias con Una danza para la música del tiempo, principalmente en su construcción dramática y su dibujo de personajes. Aunque St. Aubyn cuestiona en todo momento el concepto de herencia y sus privilegios, en materia literaria se muestra como un fiel heredero y un autor privilegiado.

Editorial Mondadori
Traducción de Cruz Rodríguez Juiz

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