Aunque en todos
los libros de la serie, más allá de los personajes recurrentes, hay
un claro tono unificador, lo cierto es que cada novela de Melrose es
totalmente diferente. Si en su momento ya hablamos de las
peculiaridades de cada una de las partes que integraban El padre, en
La madre nos encontramos por un lado con la fragmentada, diversa y
embarrancada Leche materna, y por otra con la reconcentrada,
reflexiva y fulminante Por fin.
En un momento de
esta última, Melrose dice que desprenderse de la ironía es mucho
más difícil que desengancharse de la heroína, y bien que demuestra
Edward St. Aubyn lo acertado de la afirmación. Porque todo lo
retratado en estas novelas es deprimente, oscuro, casi insoportable:
pedofilia, adicciones varias, suicidio, desesperación... Y sin
embargo, St. Aubyn es incapaz de evitar teñir todo de humor,
negrísimo pero también muy efectivo.
Y no porque no
se tome todo esto en serio. Melrose ha tenido una vida capaz de
producir mucho más que cinco tragedias, y su caída no parece tener
fin. Pero siguiendo la tradición británica, St. Aubyn logra evitar
que el drama eche a perder un buen chiste. De ahí lo sorprendente de
estas novelas, lo que hacen de ellas una experiencia memorable: saber
sacar de tanta suciedad, de una historia abocada al desastre, la
chispa del ingenio y la fuerza para continuar adelante.
También nos
encontramos de nuevo en Lecha materna y Por fin con la
habilidad de St. Aubyn para crear personajes redondos. Ninguno de los
retratados tiene un pase, empezando por el autodestructivo Melrose y
pasando por cada uno de los patéticos asistentes al funeral de su
madre. Pasear por esta recepción es asistir a un desfile de seres
horribles que abarcan todos los matices de la repulsión humana. Y lo
bien que nos lo hacen pasar.
Pero por
supuesto también hay espacio para personas más humanas. En Lecha
materna conocemos a Robert, el hijo mayor de Melrose, con una
inteligencia y una capacidad de observación impropias en un niño de
su edad, y que aporta un punto de vista clarividente. Su madre y su
hermano completarán la posibilidad de una forma diferente de tomarse
la vida. Entre tanto cinismo, obsesión por el dinero y maldad en
estado puro, Melrose descubrirá que todavía tiene la opción de
elegir vivir. Solo depende de que cambie de opinión, eso tan difícil
de conseguir.
Editorial
Random House
Traducción
de Cruz Rodríguez Juiz
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