Al comenzar a
leer Hacer el bien podría dar la sensación de que se trata de una
de esas abundantes novelas que se sitúan en la estela de El
guardián entre el centeno, pero a lo bruto. Lo que pasa es que
Albert, el protagonista y narrador, ya ha pasado la treintena, por lo
que el pavo que se puede esperar en un adolescente se ha transformado
en él en algo muy parecido a la sociopatía. Siempre rabioso,
proclive a la violencia, incapaz de estar a gusto en ningún lugar,
Albert se expresa a través de golpes, que también sacuden al
lector.
Porque si
tuviéramos que describir la novela de Matt Sumell con un solo
adjetivo, sería el de "salvaje". Su estilo es tan directo,
tan desesperado, tan desbocado, que la voz de Albert sale de las
páginas para arrastrar al lector como un torrente ante el que se ve
incapaz de protegerse. Lo que dice Albert es muy bestia, pero no
podremos evitar reírnos con él, y lo que puede llegar a ser más
preocupante, a conmovernos.
Sumell en ningún
momento busca la empatía, no intenta justificarse ni se preocupa por
algo tan cursi como quedar bien. Lo que en una novela convencional
sería una historia de caída y redención, en Hacer el bien
es una provocación continua, un corte de mangas punk a las normas
del buen comportamiento y la buena escritura. Hay una escena ejemplar
en la que Albert, después de una de sus caídas, ve a una chica y
comienza a fantasear con lo que podría ser su futuro juntos. Esto
es, la novela que podría haber sido y que por fortuna no es.
Como decíamos,
Hacer el bien es salvajemente divertida. La locura de Albert y
su expresividad provocan equivalentes estallidos de risa de esa que
da remordimientos pero que es imposible de sujetar. Pero allí
escondidos, luchando por no hacerse manifiestos, también hay
sentimientos más nobles, propósitos de enmienda. Porque hay mucha
tristeza y soledad, solo que no se ve el camino para superar la
pérdida y controlar ese lado autodestructivo que puede llevar a
Albert a los lugares más profundos. Hacer el bien es una
novela tan especial que hay que leer hasta los agradecimientos:
incluso allí nos llevaremos alguna sorpresa.
Editorial
Turner
Traducción
de Ismael Attrache
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