La ambición de
todo escritor de thriller es mantener al lector pegado al
libro, ansioso por pasar de página e inquieto por lo que pueda
suceder a continuación. En este sentido, Capturado, con una
progresión admirable, es todo un logro. Gracia a un ritmo imparable,
Neil Cross logra hacer avanzar la acción en un crescendo de tensión
que no deja tiempo para detenerse ni un momento a reflexionar.
Por otra parte,
el argumento de Capturado no es demasiado original, de hecho
recuerda mucho a la reciente película Prisioneros (posterior
a la novela). Un posible enunciado argumental tampoco sería como
para despertar grandes expectativas de innovación: un condenado a
muerte sin nada que perder decide rendir cuentas con su pasado. Y sin
embargo, Cross consigue que la falta de sorpresa juegue a su favor.
Porque lo que
logra con esta historia es llevar el género a su esencia.
Desprovisto de cualquier añadido superfluo, sin intentar disimular
que su intención es ir al hueso, Cross firma una novela directa, a
veces brutal, en la que anima al lector a dejarse llevar por la
acelerada sucesión de acontecimientos sin plantearse cuestiones de
verosimilitud, ni tan siquiera es importante la resolución de un
enigma (aunque el autor no se priva de algún malévolo guiño).
Aunque es jugar
con ventaja, hay que señalar que Cross es sobre todo conocido por
sus guiones televisivos, en especial como creador de Luther.
Eso hace inevitable pensar en Cautivos en términos
audiovisuales. Los capítulos son muy cortos, casi como escenas, y la
narración avanza a golpe de momentos culminantes seguidos de
elipsis, sin desdeñar el uso de cliffhangers tan fastidiosos
como efectivos. Sin posibilidad de una segunda temporada, Cautivos
queda como una de esas miniseries británicas en las que todo
funciona como un reloj.
Editorial
Es Pop y Valdemar
Traducción
de Óscar Palmer Yáñez
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