viernes, 22 de agosto de 2014

El regreso de Titmuss, de John Mortimer


Si al final de Un paraíso inalcanzable nos quedábamos con ganas de resolver algunas cuestiones pendientes, en El regreso de Titmuss JohnMortimer se las arregla para frustrar las expectativas del lector, y que sin embargo este salga de las páginas de su libro plenamente satisfecho. Mortimer opta, con acierto, por centrarse en Titmuss, el personaje más misterioso y complejo de los presentados en la primera parte de esta trilogía, y aunque también en este caso, al finalizar la novela la incógnita se mantenga en gran medida, a lo largo de la historia hemos podido disfrutar de una historia irónica y maquiavélica con el mejor aroma de retranca inglesa.

Como sucedía en Un paraíso inalcanzable, ya desde el primer párrafo el lector con fobia a los pajaritos y todo lo verde se pondrá en actitud defensiva. “Entre los árboles se contaban hayas, abedules, arces y tejos. (…) El eléboro violeta y la orquídea nido de pájaro crecían bien allí y proliferaban las gencianas y el tomillo...”. Pero la historia que va a empezar a desarrollarse tiene poco de bucólica y mucho de sarcasmo, retratando tan bien el cinismo de sus personajes que a veces el autor está a punto de cruzar él mismo esa linde, con lo que la novela se sitúa en la estela de House of Cards (la versión británica es contemporánea) y puede así complacer al lector más reticente.




En realidad El regreso de Titmuss pertenece a ese poblado género tan británico que retrata la destrucción de la magnífica campiña inglesa y, más en general, del glorioso pasado de la isla, en aras de una modernización destructiva y sin memoria. Más allá de lo que esto pueda tener de leyenda (cualquier tiempo pasado...), la conversión de Inglaterra en un país de peluqueros parece evidente. Como dice uno de los personajes principales, lo que más detesta del partido conservador es que no sean conservadores: debido a la política de capitalismo salvaje instaurada por Thatcher, todo lo que hacía a los ingleses sentirse orgullosos de sí mismos estaba siendo sustituido por la única ambición de hacerse ricos.

Pero la contradicción se hace evidente en el mismo Titmuss, quien desdeña a todo aquel que no comulga con el axioma de que el dinero mueve el mundo, pero que en su vida particular tiene motivos mucho más elaborados para actuar como lo hace, siendo el rencor su principal acicate. Son personas como él las que hacen que “las cosas buenas -las luciérnagas, las lechuzas, las tierras cultivadas, las pescaderías y las chicas a quienes les gustaba que las llamasen guapas- estén en franca retirada”. En la tercera parte de la trilogía Mortimer retrata la llegada al poder de los laboristas, para muchas una versión con un cierto tinte verde de los conservadores. Pero no creemos que Titmuss se quede con las brazos cruzados. Veremos.

Editorial Libros del Asteroide
Traducción de Magdalena Palmer

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