Publicada
de manera póstuma, Lady Susan no está entre los libros más
conocidos de Jane Austen, y sin embargo valdría por sí mismo para
situarla entre las autoras más relevantes de la literatura inglesa
del siglo XIX. Hay tal maestría literaria en esta breve novela
epistolar, tal dominio del sobreentendido y los dobles sentidos, tal
humor incandescente, que el lector se verá abrumado por los
numerosos niveles de lectura propuestos.
La
interpretación superficial de la que a menudo ha sido víctima Austen
podría llevar a considerar Lady Susan como una de esas novelitas
sobre casamientos (en una entrevista reciente, el muy inteligente
Richard Dawkins decía no haber leído ninguna novela de Austen por
no ser capaz de interesarse en asuntos de dotes ni en saber quién se
casa con quién: qué malinterpretada ha sido la literatura de Austen
y cuántos prejuicios emborronan su imagen). Pero en realidad se
trata, como es habitual en la autora, de un retrato de caracteres
complejos, de una intriga desarrollada con genialidad y de un festín
de ingenio.
La
protagonista del libro, esa Lady Susan maquiavélica, manipuladora e
hipócrita, recuerda inevitablemente a la Becky Sharpe de La feria de
las vanidades (al parecer tanto Austen como Thackeray se inspiraron
en el mismo personaje real, un prima de Austen). Ambas comparten el
mismo encanto, la misma capacidad para atrapar a sus victimas gracias
a su belleza y su retórica. Y qué habilidad demuestra Austen para
reflejar este juego de insinuaciones, planes diabólicos y cinismo
enfrentados a la inocencia y el romanticismo.
Pero
es que, como siempre, Austen va más allá. Porque si el entramado
epistolar da para que el lector sea consciente en todo momento del
doble juego que se trae Lady Susan, la realidad puede ser todavía
más retorcida. Así, los personajes “buenos”, como la señora
Vernon, de hecho harían uso de las mismas artimañas que la malvada
Susan, aunque con fines mucho más nobles. Y qué decir de cuando
Austen se pone directamente cáustica y hace que sus personajes
declaren de manera indirecta pero sin dejar dudas su lado más
mezquino.
En
esta edición, Lady Susan viene acompañada por Los Watson, novela
que Austen dejó incompleta. Para cualquier devoto de la autora será
una tentación irresistible indagar en este proyecto e imaginarse lo
que pudo haber sido, pero lo cierto es que tal y como nos ha llegado
no pasa de ser una curiosidad sin entidad propia, un esbozo que nos
suena familiar pero que finalmente resulta prescindible.
Editorial
Alba
Traducción
de Marta Salís
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