La
decisión más importante para un escritor a la hora de construir una
novela no es tanto la historia que va a contar, que de alguna manera
se le impone, como el punto de vista desde el que va a narrarla. En
el caso de Al pie de la escalera a Lorrie Moore se le debió de
instalar en la boca una sonrisa de satisfacción cuando dio con la
voz de Tassie, que no solo le solucionaba un montón de problemas
sino que le permitía desarrollar un brillante personaje con el que
capturar al lector.
Tassie
es una joven universitaria que todavía no se ha desprendido de la
incertidumbre adolescente, tara con la que penetra en un mundo adulto
que supera todas sus precauciones y en el que es incapaz de moverse
con soltura. Sin embargo, armada con su ironía y con su visión
excéntrica de la vida podrá desenvolverse en situaciones para las
que no está preparada con ánimo y persistencia, aunque en última
instancia se siga sintiéndose totalmente desplazada.
Gracias
a la particular visión de Tassie las historias de Al pie de la
escalera, que van de la banalidad a la tragedia sin punto de ruptura,
tienen una apariencia de naturalidad. Los personajes que irrumpen en
su vida pueden parecer personas normales, con las típicas carencias
y cualidades de cualquier ser humano, pero pasados por la máquina
reinterpretativa que es la mente de Tassie se convierten en sujetos
extraordinarios, difíciles de descifrar y tan perdidos como ella
misma.
Contados
con la perspectiva del tiempo, cuando la Tassie adulta solo puede ver
con ironía su ingenuidad, los hechos narrados cobran una
trascendencia que en el momento en el que tuvieron lugar no fue capaz
de detectar, pues para ella suponían el fin del mundo. Con Tassie
Moore tiene un medio ideal para desplegar toda sus habilidades
literarias y, lo que no es menos relevante, un humor tan inocente
como brutales pueden ser sus vivencias.
Editorial
Seix Barral
Traducción
de Francisco Domínguez Montero
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