Sin
ser uno de esos cada vez más abundantes libros protagonizados por
escritores ni de aquellos otros en los que el autor introduce una
novela dentro de la novela, en Los dos hoteles Francfort DavidLeavitt presenta hasta cuatro escritores diferentes y en la parte
final desliza un completo resumen de una novela policíaca (que, por
cierto, dan ganas de leer). Pero, en este caso sí, los escritores
podrían haber tenido cualquier otro oficio, de hecho este es
secundario: los hechos, por encima de la creación, son los que
importan.
Y
es que la mayor habilidad del autor en este libro es construir una
historia muy “literaria” (Lisboa en los inicios de la Segunda
Guerra Mundial, exiliados y posibles espías, relaciones
sentimentales muy complejas) y que a la vez todo suene natural,
sincero y creíble. Por ejemplo, la descripción de la ciudad puede
parecer un decorado teatral, la típica ciudad histórica europea
vista con los ojos inexpertos de un norteamericano, pero los detalles
y el sabor (más o menos recreado) revelan una autenticidad no
impostada.
A
poco que se conozca la obra de Leavitt, su voz será inmediatamente
reconocible. Su capacidad para introducirse en los pliegues mentales
y morales de sus personajes, para sumergirlos en sus contradicciones
y descubrir las múltiples personas que viven en cada ser humano
caracterizan una escritura adulta y desprejuiciada que enfrenta el
sentido de la responsabilidad y los deseos del corazón, con unas
consecuencias trágicas, y en tal sentido inevitables.
Desde
el principio de Los dos hoteles Francfort Leavitt despliega una
madurez narrativa que se manifiesta en su capacidad para sugerir
mucho más de lo que cuenta, a la vez que construye una armazón
argumental sin fisuras, en la que incluso las casualidades más increíbles se aceptan sin chirridos. También es cierto que en algún momento la
historia parece detenerse, pero en la parte final Leavitt recupera el
pulso y, al igual que su protagonista, asume todas las
responsabilidades de sus acciones: ya no hay vuelta atrás.
Editorial
Anagrama
Traducción
de Jesús Zulaika
No hay comentarios:
Publicar un comentario