En la introducción a su
Etimologicón, Javier del Hoyo se pregunta a quién va dirigido el
libro. Pertinente cuestión, pues en principio un libro sobre el
origen de la palabra parece destinado a eruditos o filólogos. Sin
embargo no cuesta mucho comprender que hay un gran número de
lectores no especialistas que se sentirán atraídos por un libro
como este, casi un compendio de magia en el que por caminos
intrincados aprendemos la genealogía insospechada de una enorme
cantidad de palabras castellanas.
A veces el método elegido
por Javier del Hoyo se parece a esos juegos en los que se elige un
determinado número de palabras al azar y se tiene que construir una
historia con sentido en la que aparezcan todos esos vocablos. Es un
juego arriesgado y con resultados desiguales, pero seguramente
apropiado para enlazar una lista tan abultada de términos.
Más interesante es cuando
el autor relata historias relacionadas con la evolución de las
palabras y nos deja perplejos con sus mutaciones y adaptaciones a
cada época. Por citar solo algunos ejemplos, la curiosidad de la
expresión “por hache o por be”, recibida de los manuales de
matemáticas franceses, o la historia de las descalzas de Santa
Teresa, que no es que no llevaran calzados, sino calzas.
Por eso el mejor capítulo
es el final, dedicado a la influencia del lenguaje litúrgico en el
habla común. Una historia llena de malentendidos, deformaciones y
cambios de significado radicales. Aquí se manifiesta el humor suave
del autor, su gran oído para las creaciones ideomáticas y su
irreprochable trabajo de investigación y recopilación.
Editorial
Ariel / Círculo de Lectores
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