Para comprobar que León
Tolstói es uno de los gigantes de la literatura de todos los tiempos
no hace falta echar mano de sus grandes novelas como Anna Karenina o
Guerra y Paz, también en libros como este se contiene su genialidad.
Más de cien años después de su redacción, siguen manteniendo su
complejidad, su riqueza interpretativa, su pulso narrativo, su
matizada creación de personajes. En caso de duda, Tolstói.
Este tomo está compuesto
por dos relatos largos que escribió ya en su madurez. El primero, La
muerte de Ivan Ilich, comienza con la muerte de su protagonista. A
través de una serie de detalles y datos en apariencia sin gran
importancia, el lector va descubriendo la enrevesada mentalidad de
este personaje algo pomposo, mediocre, y con una pulsión de muerte
expresada de una manera muy particular. También conoceremos la
mezquindad de su entorno y la futilidad de los empeños mundanos.
Ante tanta negrura, también adivinamos un humor muy retorcido.
Hadyi Murad se puede
considerar una novela por su extensión, y sin duda una obra maestra
por su calidad. También puede recordar a La hija del capitán, de
Pushkin, por ese retrato entre exótico y sentimental de la lucha
entre rusos y tártaros, con cosacos de por medio. No deja de llamar
la atención que Tolstói ni tan siquiera disimule su admiración por
Hadyi Murad, el héroe checheno, mientras que no es menos patente su
desprecio por la mayoría de los militares rusos, incluido el
incompetente y tiránico zar Nicolás I.
Alianza
Editorial
Traducción
de Juan López-Morillas
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