Contra la extendida
percepción de las matemáticas como esa horrible asignatura ya
dejada atrás y de la que no queremos volver a saber nada, hay
algunos locos entusiastas que proclaman que no, que las matemáticas
son divertidas y muy útiles. Esto último se concede fácilmente,
pero ¿realmente pueden ser entretenidas? Para demostrarlo, en
España disfrutamos de la encomiable labor de Clara Grima. Pero quizá
el mejor evangelistas de las matemáticas recreativas haya sido
Martin Gardner, a quien muchos ya han encontrado un heredero: Ian Stewart.
Es gracioso ver el mundo
desde la perspectiva de un matemático: para él los telediarios
deberían abrir con el último descubrimiento de topología. Como
Stewart es consciente de que no todo el mundo tiene las mismas
obsesiones, en Cómo cortar un pastel utiliza una estrategia
sibilina: a través de casos curiosos, sorprendentes y desafiantes,
hace de las matemáticas una materia cautivadora. Y una vez que se ha
camelado a la presa, ya no tendrá manera de escaparse. Entonces
llegará el momento de las matemáticas serias, su utilización
cotidiana y sus aplicaciones prácticas.
Los problemas expuestos en
Cómo cortar un pastel son variados, en apariencia sencillos pero
siempre de desarrollo complejo. El lector principiante se quedará en
el repaso histórico, las anécdotas, el humor y un primer
acercamiento metódico que Stewart plantea con amenidad, mientras que
los más experimentados también podrán participar en los ejercicios
buscando soluciones y retando las ideas asumidas. Un juego en el que
todos ganan.
Editorial
Crítica
Traducción
de Alejandra Chaparro
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