Es
incuestionable que La flecha del tiempo es un prodigio de técnica
narrativa, pero ¿alcanza realmente los límites a los que apunta su
ambición? Porque Martin Amis podría haberse conformado con utilizar
el recurso de contar una historia hacia atrás a través de una
historia banal, y sin embargo decidió centrarse en la figura de un
médico nazi, por lo que su pretensión moral va mucho más allá del
mero juego literario.
Lo
cierto es que gran parte de la novela no está directamente
relacionada con su tema profundo y solo cuando el lector conoce el
pasado de su protagonista cobra sentido el conjunto. Pero en esa
primera parte predomina la vertiente cómica, la sorpresa ante una
situación incomprensible y reiterativa, los trucos pirotécnicos de
estilo. Algunas ideas son realmente redondas, como esos diálogos que
se pueden leer hacia delante o hacia atrás, mientras que en otras
ocasiones Amis parece demasiado satisfecho de su propia invención.
Un
recurso especialmente problemático es el del punto de vista. No sé
sabe muy bien si el narrador es la conciencia de su protagonista, su
alma o simplemente un método que Amis se saca de la manga para poder
contar la historia desde la perspectiva de alguien que cree que el
mundo funciona marcha atrás. Es sin duda una solución brillante y
que da mucho juego, pero también es cierto que por momentos flaquea
en coherencia.
A
la espera de su nueva novela, en la que vuelve a los campos de
concentración nazis, Amis ha demostrado moverse con habilidad en el
resbaladizo terreno de aplicar humor a temas que no tienen ninguna
gracia. En la parte final de La flecha del tiempo, cuando la
confrontación entre lo que ve el narrador y lo que realmente está
sucediendo llega a su paroxismo, lo que el autor busca ante todo es
poner en evidencia un absurdo, pero quizá no haría falta ser tan
retorcido para llegar a esa conclusión.
Editorial
Vintage
Edición en
castellano en Anagrama
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