jueves, 11 de diciembre de 2014

La gloria de mi padre, de Marcel Pagnol


Marcel Pagnol merece un capítulo propio en la historia del cine francés. No solo fue uno de los pioneros del cine sonoro, sino que desde sus estudios en Marsella desarrolló una carrera totalmente personal alejada de cualquier moda o imposición comercial. Sus películas podrían ser acusadas hoy de “teatrales”, pero en su época no solo tuvieron un gran éxito de público, sino que el prestigio de Pagnol fue tal que se convirtió en el primer cineasta en llegar a inmortal, es decir, miembro de la Academia francesa.

En la actualidad algunos creadores intentan reivindicar su legado, como Daniel Auteuil, quien en su doble papel de actor y director ha vuelto a filmar la trilogía más famosa de Pagnol. Pero quizá un buen medio de acercarse a su obra sería a través de sus memorias. Convertidas en Francia en uno de esos libros escolares de referencia, en ellas no solo se encuentra la pureza de un francés claro y directo, sino que consigue retratar un tiempo ya pasado de manera no sentimental, pero sí decididamente evocadora




Aunque el título de La gloria de mi padre y el prólogo parecen anunciar una biografía paterna, en realidad Pagnol se centra en su propia infancia, en la que, como no podía ser de otra manera, su padre ocupa un lugar central. Joseph Pagnol (como su propio nombre indica, descendiente de españoles) era un maestro republicano que a ojos de su hijo Marcel representaba todo lo que de bueno tiene el ser humano. Era tan perfecto jugando a la petanca como discutiendo de cualquier tema, lid en la que siempre salía vencedor.

Con la región de Marsella siempre como espacio de nostalgia, en la segunda parte del libro Pagnol se centra en los preparativos y la realización de una excursión de caza. En cierto momento parece que su padre va a dejar de ser ese superhombre con el que Marcel le identifica para verse disminuido a la condición de derrotado. Pero si no la realidad, la mirada del hijo y el paso del tiempo transforman la debacle en gloria incontestable. Y así acaba la primera parte de una trilogía que, por el contrario, todavía no ha terminado.

Editorial Presses Pocket
Edición en castellano en Rialp

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