martes, 23 de diciembre de 2014

La señorita Mapp, de E.F. Benson


Aunque cada uno tiene sus características propias, hay un innegable aire de familia entre los libros de E.F. Benson, Stella Gibbons y D.E.Stevenson que Impedimenta y Alba están rescatando en los últimos años. Todos se centran en una Inglaterra rural en la que no faltan ninguno de los elementos que han convertido la famosa “campiña” en un espacio mítico, y tienen como personajes protagonista a mujeres adictivas. Flora Poste es testaruda y decidida, la señorita Buncle ingenua y primorosa, mientras que las Lucia y señorita Mapp de Benson son más maliciosas e intrigantes.

De hecho, La señorita Mapp se podría leer como un estudio sobre el esnobismo y la hipocresía. Su protagonista se conforma con juegos inofensivos en los que trastea a su gusto con todos los habitantes de Tilling y a menudo termina escaldada, aunque sabemos que se la apañará para acabar saliéndose con la suya. Mapp es una cotilla irredenta, una lianta con planes absolutista, una metomentodo impertinente. Es decir, que la adoramos.




Pero Mapp no está sola en sus aventuras. Tilling es un personaje más en la novela al que Benson a menudo da atributos humanos (“Tilling piensa, Tilling se conmociona”), y a su vez está poblado por una galería de personajes irresistibles como Diva, la gran enemiga de Mapp y a la vez tan parecida a ella, o los viejos militares Flint y Puffin, que se odian tanto entre ellos que no sabrían vivir sin la compañía del otro, además de muchos otros personajes secundarios que tanto juego dan a Mapp y a Benson.

En realidad el libro más que una novela es una colección de relatos, sin una trama unitaria. Así Benson tiene vía libre para desplegar su punzante ironía, su habilidad para hacer crecer jardines en los que enredar a sus personajes y labrarse la simpatía del lector. Próximamente la BBC va a emitir una serie basada en los personajes creados por Benson, lo que demuestra su vigencia. El humor de Benson ha superado la barrera del tiempo.

Editorial Impedimenta
Traducción de José C. Vales

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