viernes, 19 de junio de 2015

Aquí empieza nuestra historia, de Tobias Wolff


Tener una idea, incluso una buena idea, para escribir un cuento es relativamente fácil. Muchas veces ni tan siquiera se necesita imaginación, con la experiencia basta. Lo complicado llega a la hora de desarrollar esa idea y de encontrar un final adecuado. Por eso muchos autores, justificándose en la estructura del cuento moderno que viene al menos desde Hemingway, aprovechan para hacer pasar por ambigüedad y finales abiertos lo que no es más que falta de inventiva. Una cosa es pedir la colaboración del lector y otra muy distinta exigirle todo el trabajo.

En este contexto descuella un autor como Tobias Wolff, quien junto a otros autores como Alice Munro demuestra que la más alta calidad literaria se puede alcanzar en el texto corto. Wolff es capaz de aunar el sentido del mejor relato clásico con la libertad del cuento moderno. De hecho, aparte de por algunas alusiones circunstanciales, sus relatos son atemporales, y en un libro como Aquí empieza nuestra historia, una recopilación de algunos de sus mejores cuentos, en muchas ocasiones el lector es incapaz de saber en qué época se desarrolla la historia.




Desde luego Wolff no es un autor “social”, aunque en algunos de sus cuentos, sobre todo en los más recientes, se manifieste, siempre de una manera muy sutil, la preocupación por determinados temas actuales. Tampoco se le podría considerar como uno de tantos autores norteamericanos que dedican su escritura a la terapia familiar. Por descontado, no se trata de un autor de género. Sí que se encuentran algunos temas reiterados (el ejército, la pérdida), pero el único tema aglutinador en toda su obra es el de la culpa, siempre vista como un asunto privado, no un concepto absoluto.

En Aquí empieza nuestra historia el lector se encuentra con un esplendor continuado en el que sería difícil encontrar títulos sobresalientes, y todavía más cuentos superfluos. Ya sea en historias más complejas o en fogonazos concentrados, Wolff da muestras de una escritura concisa, sabia y tranquila, siempre con el foco en el ser humano. Wolff no es algo tan limitado como un escritor para escritores, pero cualquiera que quiera aprender el oficio debería pasar por su estilo depurado para saber cómo llegar a la esencia sin desprenderse del espíritu.

Editorial Alfaguara

Traducción de Mariano Antolín Rato

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