En
la muy ajetreadra biografía de Penelope Mortimer llama la atención
que durante un tiempo escribiera una de esas columnas dedicadas a dar
consejos domésticos (además, ejercía este papel en el Daily Mail,
el más odiador y odioso de los tabloides). De hecho, en El devoradorde calabazas la protagonista, personaje muy parecido a la propia
Mortimer, recibe una carta de un ama de casa al borde del suicidio
que pide su ayuda, pero en el libro queda claro que Mortimer no era
la persona más adecuada para dar consejos familiares.
Se
podría decir que una de los pocos beneficios que tienen los
matrimonios conflictivos es que llegado el momento pueden dar pie a
excelentes libros. Incluso artistas de la talla de Ingmar Bergman
construyeron gran parte de su monumental obra con este material. Por
otra parte, tampoco escasean los ejemplos de novelas más o menos en
clave convertidos en ajustes de cuentas de los que no dejan rehenes.
El devorador de calabazas tiene mucho de rencor y de rabia, pero por
suerte Mortimer tiene el suficiente talento para que sus reproches
cobren la forma de alta literatura.
Sin
preocuparse demasiado por disimular, la autora dedica explícitamente
el libro a John Mortimer, el excelente novelista y, por lo que se
deduce de estas páginas, terrible persona. Desde luego hay que
tomarse el testimonio de Penelope Mortimer, quien en ningún momento
trata de ocultar su absoluta parcialidad, como una declaración de
parte, pero lo cierto es que el personaje de marido infiel, a veces
despiadado, no deja la imagen de John Mortimer precisamente en una
buena posición.
Más
allá del retrato cruel, en el que la propia protagonista, con sus
neurosis y sus obsesiones tampoco sale indemne, El devorador de
calabazas destaca por un gran tino a la hora de mezclar tiempos
dispersos y situaciones acumulativas. A veces puede dar la impresión
de que se trata de uno de esos libros que más bien son una carta de
quejas, pero al evitar dibujarse a sí misma (o a ese personaje que
tanto se le parece) como una víctima inocente, Penelope Mortimer
consigue una mayor veracidad y comprensión.
Editorial
Impedimenta
Traducción
de Magdalena Palmer
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