Por la impronta
que dejó en la sociedad de los años 20 la emigración rusa posterior
al triunfo de los bolcheviques (basta leer algunas historias de Scott
Fitzgerald o ver la extraordinaria La última orden, de Joseph von
Sternberg) daría la impresión de que todos los exiliados que se dispersaron por el mundo eran
antiguos aristócratas devenidos en extras de Hollywood o taxistas.
Manuel Chaves Nogales en Lo que ha quedado del imperio de los zares constata esta
pretensión, pero solo para demostrar su falseado, o al menos
exageración. Porque evidentemente no todos de los más de un millón
de emigrantes forzosos eran príncipes, sino que entre ellos también
había representantes de todos los estratos sociales, desde burgueses, intelectuales y artistas hasta militares, religiosos o
campesinos.
Y precisamente
la intención de Chaves Nogales es retratar este complejo y variado
grupo de personas que, con muy diferentes orígenes, vieron su mundo disolverse de la noche a la mañana, sin poder mantener más que de
una manera muy artificial los lazos que los unían con el pasado y
con su patria, y que tuvieron que adaptarse con celeridad a un nuevo
mundo que en muchos casos les era totalmente ajeno.
Chaves Nogales
se interesó con especial atención en la cuestión rusa, tan
influyente en la política europea del momento y que tantos
paralelismo podía tener con una Epaña en la que estaba a punto de
iniciarse la II República. Si e Un pequeño burgués en la Rusia
Roja fue el mismo Chaves Nogales quien visitó el nuevo país y en
El maestro Juan Martinez que estaba alli se centró en un singular personaje que conoció por sí mismo el nuevo régimen soviético, en
Lo que ha quedado se centra en los emigrantes en Francia, donde se
hospedaron más de medio millón de rusos.
El reportaje de
Chaves (originalmente publicado en Ahora) pretende mantener cierta
distancia y equilibrio, aunque sus filias y fobias se intuyen aquí y
allá. Si confiesa no ser particularmente entusiasta de la cultura
eslava, lo que sí manifiesta es piedad y consideración ante estos
seres humanos que, más allá de su bagaje previo, ahora se encuentran
en una posición de absoluta indefensión: no es el momento para los
grandes juicios, sino para preocuparse por las pequeñas historias.
Editorial
Ranacimiento
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