Lo primero que
llama la atención al leer Lo difícil que es pisar el asfalto en
Broadway, recopilación de textos varios escritos por Enrique Jardiel Poncela a principios de los años 30, es comprobar lo poco que ha
cambiado España (y los españoles) en este tiempo. Y eso que Jardiel
era un español muy atípico, pero su retrato de personas y
costumbres podría haberse escrito ahora mismo sin apenas
modificaciones.
Una de las
mejores secciones del libro son las “Cartas al tío Robbie”, una
especie de Cartas Marruecas en las que el autor escribe a su
supuesto tío escocés sobre la idiosincrasia española. Jardiel
trata los tópicos habituales (desde los toros al turismo) con un
desprendimiento que hace que él mismo parezca el extranjero, incapaz
de comprender del todo la psicología nacional. Pero es precisamente
este distanciamiento lo que hace las observaciones de Jardiel tan
perspicaces y atinadas.
El grueso del
libro lo forman los viajes de Jardiel, especialmente su estancia en
Estados Unidos. Con unos ojos asombrados y un estilo en el que
siempre predomina el característico humor entre sentimental y
disparatado del autor, Jardiel retrata un mundo moderno, casi de
ciencia ficción, pero siempre desde la comparación con España, lo
que no deja de ser una manía muy patria (muy expresivamente, uno de
los capítulos se titula “New York, la ciudad menos parecida a
Madrid que más se parece a Madrid”).
Especial
relevancia tienen las anécdotas referidas a Hollywood y al mundo del
cine en particular. Jardiel fue uno de los pioneros españoles en la
industria americana, pero en un lugar de detenerse en citar nombres o
hacer ostentación de lujo y gloria, el autor prefiere detenerse en
los detalles más costumbristas de su estancia, reflejando con ironía
las costumbres indígenas que tan particulares le parecen. Al fin y
al cabo, las gentes del cine son iguales en todas partes.
Lo difícil
que es pisar también incluye una selección de cuentos, muy
influidos por Edgar Allan Poe. “El secreto de Maximo Marville” y
“Jack el Destripador” son aproximaciones juveniles sin más valor
que la curiosidad bibliográfica, mientras que “Sencillez fragante”
es una historia romántica en la que lo único sorprendente es su
moralismo sin atenuantes. “La puerta franqueada” y “El plano
astral” ya tienen algo más de la destilación típica en Jardiel,
aunque la ambientación gótica les da una pátina literaria muy poco
personal.
Editorial
Planeta
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