La escena se
repite en innumerables películas policíacas. El detective y el
criminal por fin se encuentran cara a cara. Los dos grandes enemigos
por fin tienen la oportunidad de mirarse a los ojos. Y entonces, el
criminal dice “en el fondo, no somos tan diferentes”. En Clockers
Richard Price toma este tópico y lo desarrolla hasta un nivel de
complejidad y ambigüedad que destroza para siempre cualquier
posibilidad de tomarse en serio tal afirmación.
El libro se
divide en capítulos alternativos con diferentes puntos de vista. Una
parte está dedicada a Strike, el joven camello que sufre una
lacerante lucha interior entre su afán por ganar dinero y situarse
por encima de la escoria que le rodea, y su desagrado íntimo por un
trabajo que le causa una inquietud permanente e insoportable. La otra
perspectiva es la de Rocco, el veterano policía de Homicidios tan
desencantado de su trabajo y ansioso por dedicarse más a su familia
como incapaz de dejar atrás lo que para él es su verdadera vida.
Los caminos de
Strike y Rocco se cruzan en lo que parecía un asesinato más, pero
que involucra a una persona de apariencia inmaculada. En la perpetua
lucha entre el bien y el mal, la novela negra a menudo ha descrito la
parte más oscura del ser humano como la preponderante, como si no
hubiera espacio para la redención. Pero algunos autores, como Lehane
o el propio Price, también se esfuerzan por buscar el lado más
luminoso de la existencia, la posibilidad de escape. Mientras la
maldad es una certeza, la búsqueda del bien más puro es una
búsqueda ardua y repleta de reveses, pero lo importante es aferrarse
a la misión.
Clockers
supuso un paso fundamental en la novela negra de los años 90, y
leída hoy es imposible no pensar en su influencia sobre The Wire,
especialmente en su primera temporada. Con su novela Price cimentó
un nuevo modelo de novela criminal en el que la vida en los barrios,
la interactuación entre los narcotraficantes y las fuerzas del orden
es más realista, o al menos más creíble. En la que la línea entre
héroes y asesinos no está tan definida. Porque ellos no son lo
mismo, pero el mundo en el que se mueven sí lo es.
Ediciones B
Traducción
de Jordi Gubern
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