Si a alguien que
lleva el cinismo por bandera le propones la lectura de un libro que
trata sobre la presentación en sociedad de una muchacha inglesa de
diecisiete años en un baile de gala organizado por la alta sociedad
del periodo de entreguerras, no puedes esperar otra respuesta que un
soberbio desdén. Y sin embargo Invitación al baile, la inaudita
novela de Rosamond Lehmann, posee una deslumbrante perspicacia
psicológica que combina una audaz construcción narrativa con una
voz tan original como fácilmente identificable.
Solo hace falta
dejar de un lado las apariencias, como hace finalmente Olivia, la
protagonista del libro, y proponerse llegar realmente a conocer a las
personas (o los libros), para llevarse unas cuantas sorpresas. Pero
en Invitación al baile no nos encontramos ante esos tópicos
sobre el engaño del oropel, o el corazoncito que se esconde detrás
de cada persona, sino con una ambición mucho más humana, la
revelación de que las ideas preconcebidas y los prejuicios son malos
acompañantes y peores consejeros, que solo el conocimiento de
primera mano puede conducir a una verdadera comprensión.
Para llegar a
esta epifanía, Lehmann elige un momento de apariencia tan superficial
como un baile, una de esas reuniones que tantas veces hemos visto (no
hay serie de época que no contenga alguna escena de este tipo),
propicias para presumir de vestidos y permitirse algún flirteo más
allá de lo habitualmente permitido. Pero Lehmann tiene la habilidad
para transformar esta situación tan manida y pomposa en una
ceremonia de paso en la que Olivia deja atrás su infancia para
descubrir un mundo que quizá no era como se esperaba, sin duda es
más aburrido y vulgar, pero que junto a su lado más decepcionante
también le traerá más de una revelación.
Invatación
al baile está escrito de tal manera que la descripción de los
acontecimientos y su percepción discrepan de una manera relajada y
que exige la plena atención del lector, nada más alejado de la
manida novela tontorrona sobre adolescentes. Así, Lehmann introduce
en la narración una sutil pero primordial variación en el punto de
vista, supuestamente objetivo pero que sin solución de continuidad
pasa a la subjetividad de la primera persona. De igual manera, el
lector contempla el discurrir de los acontecimientos desde fuera,
pero si realmente quiere alcanzar una interpretación plenamente
personal tendrá que ponerse de pie y empezar a bailar.
Editorial
Errata Naturae
Traducción
de Regina López Muñoz
No hay comentarios:
Publicar un comentario