miércoles, 19 de agosto de 2015

Iván el Terrible, de Isabel de Madariaga


Para que en una época y un lugar famosos por su crueldad y barbarismo la figura de Iván IV, zar de todas las Rusias, destacará por su brutalidad, sin duda su monstruosidad tuvo que superar toda ignominia imaginable. De hecho, sus crímenes de guerra fueron equiparables a los de cualquier otro rey contemporáneo, pero fue su inaudita violencia hacia sus propias súbditos (llenó, literalmente, ríos de cadáveres, y llegó a matar a su propio hijo en un acceso de ira) lo que le hizo plenamente merecedor del título de Iván el Terrible.

En la biografía que nos ocupa, Isabel de Madariaga no pretendió realizar un estudio sobre la Rusia de la época, sino que se centró en esta figura dominante que, en cualquier caso, quiso encarnar tanto el espíritu como el destino de su todavía incipiente nación. De la misma manera, Madariaga no realiza un trabajo de interpretación moral (después de todo, es historiadora, no psicóloga, circunstancia que muchos de sus colegas parecen obviar), y solo en la parte final y de manera lateral se permite alguna elucubración personal.

Madariaga también se muestra sabia y prudente (precisamente dos adjetivos totalmente opuestos al carácter de Iván IV) a la hora de distanciarse de corrientes historiográficas ideologizadas, especialmente de los marxistas que dominaron los estudios eslavos durante gran parte del pasado siglo. Evitando anacronismos y usar a Iván como vehículo de sus propias convicciones, Madariaga consigue dibujar un retrato fiel y complejo de un personaje de apariencia inabarcable. En esta tarea, Madariaga tendrá que superar varios escollo.




Para empezar, la autora dispone de pocas fuentes originales, y estas (como las reconstrucciones posteriores) son a menudo contradictorias. Para apoyar su estudio, Madariaga recurre tanto a historiadores rusos (desde el siglo XVII hasta la actualidad) como a obras de autores extranjeros, que por diversos motivos completan una panorámica que de otra manera se habría visto demasiado limitada.

Pero se da la circunstancia de que tanto las fuentes como los estudios posteriores sobre Iván el Terrible son a menudo contradictorios. Por ejemplo, ni tan siquiera se sabe a ciencia cierta si Iván era analfabeto (aunque muy probablemente no lo era), o si murió de muerte natural o asesinado. Esta distorsión (que comenzó inmediatamente después dela muerte del zar) ha convertido la investigación histórica en un campo de minas lleno de peligros y pistas falsas.

Por otra parte, Madariaga se enfrenta a la dificultad de trasladar a un idioma (y una sociedad) modernos conceptos de difícil traducción. Además de que conceptos como “absolutismo” no tenían el mismo significado en el siglo XVI que en la actualidad, el ruso de la época estaba poco desarrollado en cuanto a términos abstractos, por lo que la estudiosa tiene que servirse de historia comparada, filología y contraste de fuentes (además de cierta dosis de especulación) para poder llegar a alguna conclusión.

Un tercer escollo es la incomprensible actitud de Iván. Por ejemplo, la creación de la Oprichina, una suerte de estado dentro del estado, no tuvo precedentes históricos ni reflejos posteriores, por lo que no se sabe muy bien cómo interpretar su creación, función o sentido. Se puede calificar a Iván como demente, un psicópata con poderes absolutos, incluso como la encarnación del mal, pero lo cierto es que sus acciones tuvieron consecuencias reales sobre millones de personas. Y hoy en día, incluso comparándolo con émulos como Stalin, siegue siendo difícil comprender cómo pudo actuar con la violencia y la impunidad con la que lo hizo durante tanto tiempo.

Isabel de Madariaga escribió Iván el Terrible con más de 80 años, en plenas facultades intelectuales. Su escritura es llana, siempre preocupada por tratar de hacer comprensibles los intrincados matices de la política y la sociedad de la época (qué gran historiadora perdieron las letras españolas). Madariaga mantiene el equilibrio entre la profesionalidad más irreprochable y la pasión de quien se siente fascinada por la historia que tiene entre manos. Ivan el Terrible, el libro, sí que es un modelo a seguir.

Editorial Yale University Press

Edición en castellano en Alianza Editorial

No hay comentarios:

Publicar un comentario