Cuando se combinan en una
misma persona los conocimientos y el rigor de una formación
científica con el talento para escribir de una manera apta para
todos los públicos, el resultado siempre es apasionante. David Eagleman, que de manera poco sorprendente también ha transitado los
caminos de la ficción, es capaz de ofrecer en Incógnito un libro
denso, de profundas implicaciones personales y sociales, y a la vez
mostrarse como un maestro de la divulgación científica.
Los primeros capítulos de
Incógnito están dedicados a explicar la esencia del yo, nada
menos. Para Eagleman el individuo es una suma de procesos mentales,
un equipo de enemigos que trabaja en la sombra y cuya manifestación
consciente es solo una pequeña parte de todo el entramado neuronal.
Las personas “tiene poca capacidad para elegir o explicar sus
acciones, motivaciones y creencias”, pero la solución no es
sobrenatural, ni tan aterradora como pueda parecer: simplemente no
somos tan libres como nos parece.
En esta primera parte
Eagleman seduce al lector con un serie de juegos y paradojas que le
hacen estar siempre en estado de sorpresa. Pese a tratar temas
turbadores y antiintuitivos, los argumentos de Eagleman y su manera
de expresarlos son tan convincentes que los posibles reparos que se
tengan pronto quedan disueltos. ¿Cómo que todo se reduce a la
biología, que nuestro comportamiento se debe a procesos químicos o
actividad cerebral de incógnito? El determinismo asusta, pero es
inútil rechazar una idea solo porque no nos guste.
De hecho, lo más
interesante del libro llega en el capítulo 6. Eagleman no llega a
desestimar la existencia del libre albedrío de manera radical, pero
aún en el caso de que existiera, su influencia sería mínima.
Eagleman plantea entonces el caso del comportamiento criminal: ¿hasta
que punto es un delincuente responsable de sus actos? Un tumor puede
ser la explicación de un ataque rabia homicida, pero es que en todos
los casos de conducta criminal hay detrás una explicación
fisiológica, solo que todavía no la conocemos. Por lo tanto,
Eagleman plantea dejar aparte el tema de la culpabilidad y centrarse
en la rehabilitación (o modificabilidad). No se trata de dejar sin castigo ni de hacer
de la justicia un campo de la ciencia, pero si lo que se pretende es
evitar la reincidencia y esquivar los errores de la intuición
humana, lo mejor es confiar en el estudio neurológico. Como se suele
decir, un tema para reflexionar.
Editorial
Canongate
Edición en
castellano de Anagrama
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