Muchos aficionados
románticos a los libros (como objeto) proclaman que uno de sus
encantos es su olor, ese aroma característico y variado que va desde
el evocador perfume de los libros viejos al vigorizante estímulo que
producen los volúmenes recién salidos de la imprenta. Lo cierto es
que Una educación libertina también tiene un olor propio, pero no
es tan sublime. Es el olor de la pestilencia, de la podredumbre, de
la decadencia. De hecho, la palabra más utilizada por Jean-Baptiste Del Amo es “puant”, apestoso. Por algo será.
Porque da igual que el
libro esté ambientado en el París en apariencia luminoso del siglo
XVIII. Todo lo que describe Del Amo, desde la llegada de Gaspard, el
protagonista, a ese submundo apretado, sudoroso y demacrado de los
bajos fondos, hasta su ascenso a los más encopetados ambientes de la
nobleza, esta teñido por la hipocresía, la traición y la
degeneración. Sí, Una educación libertina es un libro moralista, y
Del Amo no lo oculta. Pero tampoco se deja llevar por el sermón o la
superioridad: solo a base de descripciones, de observación de
comportamientos, el autor transmite al lector su visión de este
mundo a punto de desaparecer.
A pesar de que la acción
de la novela transcurra a mediados del siglo XVIII, más que el
marqués de Sade, obvia referencia, los libros licenciosos de la
época o la labor de los enciclopedistas, los trazos más
perceptibles en la narración de Del Amo son los grandes autores
franceses del XIX. Imposible no acordarse del Julien Sorel de Rojo y
Negro al seguir las peripecias del provinciano Gaspard en su
arribista trayectoria en la capital; también parece clara la huella
de Zola en esa descripción del París más enfangado y convertido
casi en un animal desfalleciente; o invocar a Balzac y esos
personajes que se presentan llenos de ambiciones para acabar
derrotados por la desilusión.
La escritura de del Amo es
enfebrecida, está contagiada por la peste que describe y contagia al
lector del mismo sentimiento de desagrado. Pero, al mismo tiempo,
esta morbosidad hace imposible abandonar la lectura. Sin ninguna
simpatía por sus personajes, con una repulsión física, casi
podríamos acusar de perversión al mismo del Amo por su talento a la
hora de seducir al lector y sumergirlo en la bajeza, sin redención.
Editorial
Folio
Edición en
castellano en Cabaret Voltaire
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