jueves, 13 de marzo de 2014

Historia de Roma, de Indro Montanelli


Indro Montanelli es ampliamente reconocido como uno de los grandes periodistas del siglo XX. Su trabajo como corresponsal de guerra, reportero de los más diversos temas y cronista privilegiado de la vida italiana, le han granjeado un prestigio a prueba de bombas. Sin embargo, estos créditos no hacen sus libros de historia más fiables, por el contrario, habrá mucha gente que pensará que se metió en terreno ajeno, que no le pertenecía a él entrometerse en un espacio tan reglamentado como el de la Historia. Pero él mismo confesaba que no trataba de escribir estudios originales, ni mucho menos definitivos. En Historia de Roma trata de compendiar en un volumen accesible la fascinante historia de Roma con gran capacidad de síntesis, un envidiable sentido de la narración y un gran humor (precisamente una de las características que más echaba en falta en los antiguos romanos).




Al hablar de Tácito, Montanelli dice que hubiera sido mucho mejor historiador si en lugar de dejarse llevar por sus simpatías o antipatías personales se hubiera atenido más a los hechos. Pero que, después de todo, tampoco deberíamos ser muy estrictos con él, pues se trata de un excelente escritor. Algo parecido se puede decir del propio Montanelli, quien nunca oculta de qué lado está: por ejemplo, tiene una gran inclinación por Julio César, o una mirada claramente cristiana, lo que le sitúa en las antípodas de Gibbon a la hora de analizar el declive del Imperio. Pero podemos dejar aparte sus veleidades y gozar de su talento como contador de historias, más que de Historia.

Un historiador no profesional suele centrarse en el recuento de grandes sucesos y la repetición de nombres importantes. Montanelli demuestra que es algo más que un aficionado al incluir en su libro aspectos que van más allá de la colección de fechas y reyes, con capítulos enteros dedicados a la sociedad, la economía o la cultura. Sin perder de vista este apartado informativo, Montanelli tampoco pierde de vista otra de sus intenciones fundamentales: la de entretener. A través de numerosas anécdotas y de opiniones propias que deja deslizar a la mínima, mantiene tanto el interés del lector como su buen humor.

Editorial Random House Mondadori
Traducción de Domingo Pruna

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