miércoles, 16 de octubre de 2013

Ángeles rebeldes, de Robertson Davies


Al leer los libros de Robertson Davies se tiene la sensación de que son mucho más antiguos de lo que realmente son. Y no porque sean anticuados o pasados de moda, todo lo contrario. Quizá sea el aroma de los clásicos.

Este Ángeles rebeldes, por ejemplo, fue publicado en 1981, pero si no conociéramos este dato, nos sería difícil situar su acción en una época determinada. A esta sensación de atemporalidad contribuye el hecho de que la acción se desarrolle en una universidad, espacio aislado y cerrado como pocos.




Sin embargo, de lo que no hay ninguna duda es de que su autor es Davies. Enseguida reconocemos sus personajes complejos y algo excéntricos; su querencia por las tramas en las que lo banal (un testamento, cliché novelístico donde los haya) se convierte en una cuestión trascendental. Y no en un sentido puramente especulativo o grandilocuente, sino lleno de vida.

Porque los personajes de Davies son reconociblemente humanos. Con sus grandezas y miserias, sus confesiones desprejuiciadas y sus ambiciones muy terrenales. Y todo ello transcurre con una naturalidad que solo un gran novelista sabe cómo alcanzar. Lo más extraordinario sucede de la manera más cotidiana, como sin querer llamar la atención. Así, el lector llega al final de la narración casi sin darse cuenta, abstraído del mundo e inmerso en una realidad que puede ser mucho más poderosa. Por suerte, Ángeles rebeldes es solo la primera parte de la Trilogía de Cornish.


Editorial Libros del Asteroide
Traducción de Concha Cardeñoso

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