Muchas veces, después de
leer un libro extraño o incomprensible, decimos que es “una novela
de locos”. En el caso de Asiles de fous (Asilos de locos), lo que
nos cuenta Régis Jauffret no es una excentricidad o un mundo
disparatado. Pero lo que sucede es tan turbador, tan peculiar dentro
de la cotidianidad, que se convierte realmente en una novela de
locos.
La historia es sencilla:
una ruptura sentimental. Pero el relato de la misma es una sucesión
de hechos y comentarios que no dejan tranquilo al lector, que le
sorprenden con una visión esquizofrénica de la realidad, que
perturban por lo cercana que resulta esa línea entre lo normal y lo
patológico.
El mayor logro de Jauffret
está en su mezcla entre terror y comicidad. Porque lo que cuenta es
tan cercano como una familia cualquiera. Una familia que ha llevado
sus obsesiones un poco demasiado lejos y que se ha alejado de la
realidad para caer en la paranoia. Y ahí es donde se produce el
horror. Pero el lector no puede parar de reír con sus monólogos
airados y su modo de contar la historia desde una perspectiva
distorsionada e hilarante.
Jauffret se esfuerza por
disolverse en la narración, hasta el punto de que un personaje
confiesa que él no es el autor del libro, que se ha limitado a
firmar sin ni tan siquiera leerlo. Pero es que los personajes también
cobran vida a través de las palabras, sin necesidad de encarnarse.
Esta vez no es un juego metaliterario, es la mejor manera de expresar
la confusión entre realidad y enajenación.
Editorial
Folio
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