Si se quieren conocer los
orígenes del París actual, hay que remontarse al Segundo Imperio
(1852-1870), época en la que Napoleón III, con la ayuda de
Haussmann , convirtió la capital de Francia en la capital de Europa
y centro de la mayoría de las innovaciones artísticas que surgieron
en el continente, al menos hasta la Segunda Guerra Mundial.
Pero el esplendor del que
podemos disfrutar hoy y que otorgó a París una aureola de ciudad
modélica, está fundada sobre el autoritarismo, la ruptura más o
menos gradual con la tradición y el sacrificio de sus habitantes más
débiles. En París, capital de la modernidad, David Harvey retrata
un periodo despótico en el que la ideas grandilocuentes y a menudo
vacías de contenido se imponían sobre las necesidades reales de una
población famélica y humillada, el mismo pueblo que, de manera más
romántica, retrató Victor Hugo en Los miserables.
Aunque la aproximación de
Harvey al tema de la refundación de París es marxista, con un
amplio apartado de estadísticas, datos demográficos, estudio de
clases, etc., tampoco abandona el sabor de época citando ampliamente
a escritores de ese periodo, (y especialmente a Balzac para su
recreación de los orígenes), y a otros artistas que retrataron el
París del Segundo Imperio con una agudeza asombrosa, como es el caso
del genial dibujante Daumier.
Desde la perspectiva del
geógrafo, Harvey consigue mostrar una panorámica de París que, con
su introducción y su coda abarca todo el siglo XIX. Es un retrato
basado en la confrontación social, el surgimiento de ideologías
izquierdistas y de la represión de los poderes reaccionarios. Una
demostración de que detrás de los fastos espectaculares casi
siempre se esconde la miseria de los que pueden ser sacrificados.
Editorial
Akal
Traducción
de José María Amoroto Salido
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